De equivocaciones sí que sé, pues en la vida he cometido un par y también fui víctima de ellas. Si alguna lección aprendí, fue que nadie yerra queriendo hacerlo; siempre se espera que el resultado de una decisión sea el mejor. Y, ya sea por poca claridad o falta de información, se termina por tomar una opción desacertada.
Este aprendizaje me llevó a sentir una tremenda inseguridad cuando de decidir un nuevo paso se trataba. Es por ello que me cuestionaba una y mil veces, desarmaba el mundo, lo volvía a armar, me desvelaba, consultaba opiniones, googleaba, hacía sondeos, encuestas, etc. ¿Y saben qué pasaba? Me volvía a equivocar. Con el tiempo entendí que no bastaba con tomar una determinación estando informada, sino habiendo meditado bien sus consecuencias y estando segura de querer tomarla. Es decir, sin estrés ni auto-presión. Dicen que lo bueno siempre llega para quien sabe esperar y ¡qué cierto es!. Me hubiese ahorrado tiempo, lágrimas y lucas asumir los caminos correctos cuando tuve oportunidad.
Tras mis errores, entonces, me siento en condiciones de entregar algunos consejos si se trata de tomar opciones:
1. ¡No te apures!: Este tip es primordial. Como uno de mis profes suele decir, “la prisa es la pasión de los necios” (quienes lo conozcan, sabrán de quién les hablo) y ¡cuánta razón tiene!. Si no estás segura de qué magister escoger - o si hacer uno - tómate tu tiempo. Lo más probable es que no se acabe el mundo, ni tampoco la oferta, pero sí tus energías y presupuesto en caso de error. Libre de presiones, tu mente estará lo suficientemente “limpia” como para seleccionar una alternativa acorde a tu corazón. El apuro es enemigo de las buenas opciones, ¡recuérdalo!
Ok. Puedes argumentar ahora que las alternativas son escasas y por tiempo limitado. Ejemplo: estás a punto de arrendar una vivienda interesante, pero quieres ver si surge otra mejor. No obstante, si esperas, pueden ganarte el "quién vive". Amiga: se trata de tu hogar. Si no estás convencida de que ese inmueble lo sea, espera. ¿No te ha pasado que te apresuras en comprar un vestido y a la vuelta de la esquina ves justo el que soñabas? ¡Aprende la lección!.
2. Infórmate: Que te tomes las cosas con calma, no implica que se las dejes “a la vida, el destino y el tarot”. Infórmate, pero no pretendas “engullir” datos como si estuvieras en Matrix y te instalaran un programa con ellos. Consulta, recopila antecedentes, date espacio para digerirlos y analízalos a conciencia. ¡Te sobra tiempo, aprovéchalo!
3. Ejercítate: Unas buenas clases de danza árabe, zumba, aerobox, salsa o mejor aún ¡yoga!, te otorgarán calma a la vez que te distraerán de la presión. La actividad física es maravillosa, ya que oxigena la mente y el cuerpo. ¡Compruébalo! Al refrescar tus pensamientos, la “iluminación” que buscas llegará naturalmente.
4. ¡Escribe!: Personalmente, es la actividad que más amo. Porque te ayuda a conocerte, aclarar ideas, ordenarlas y plantearte objetivos. Si te encuentras confusa, toma lápiz, papel y date a la tarea de volcar tus pensamientos. ¡Te asombrará cuanto descubras!, pero sobre todo, la forma en que este ejercicio desarmará la maraña en tu cabeza.
5. Comunica tu decisión a tus cercanos sólo cuando estés segura: Volvamos al ejemplo del magister. Si avisas a tus cercanos que iniciarás X programa académico sólo para reafirmar tu decisión, te someterás también a sus expectativas y al “qué dirán”. Puede que, tras tener mayor claridad, quieras cambiar tu opción, pero no te atreverás por causa de este punto. “¿Cómo, si mamá está tan orgullosa de que sea candidata a magister en Pelar el ajo?”. No celebres expectativas, sino ¡hechos concretos!.
6. Si ya es tarde, ¡aperra!: Si tomaste una mala decisión (fuiste de vacaciones al volcán Villarrica y justo explotó, te mudaste con tu amiga más desordenada o "patuda", te matriculaste en el Instituto Aplaplac, etc), no te culpes ni tortures con el que “pensé que” o “creí que”, ni mucho menos el nefasto “si yo hubiera / no hubiera”. Pasó. Punto. Basta de llorar sobre la leche derramada; pon de tu parte, hazte cargo de tu decisión responsablemente y procura sacar lo positivo de ella (siempre hay un lado bueno). No se desatará la guerra de los mundos porque hayas errado; al contrario. Es una buena instancia para aprender y salir fortalecida.
Y tú, ¿qué lección has sacado de tus yerros?
Imagen CC Lauren Macdonalds