¿Qué duda cabe? Entre las personas más importantes de nuestra vida, las madres ocupan un lugar privilegiado. En ellas encontramos la contención requerida en momentos de dificultad, una sonrisa siempre cariñosa, el abrazo que necesitamos, el consejo perfecto y muchas cosas más. Adoramos su compañía, pero también necesitamos nuestro espacio e independencia. Por eso, me llama la atención la caricatura que la publicidad y los medios han hecho sobre el llamado “Hotel Mamá”, en que adultos mayores de 25 demoran ¡años! en abandonar la casa paterna.
Es fácil reír pensando en “el vago - aprovechado” que está cómodo junto sus padres, desde el lado de los cuales deben sacarlo con abogado. El comercial de un conocido proveedor de televisión digital así lo demuestra. Sin embargo, teniendo varios amigos que están en el “Hotel Mamá” y haciendo un sondeo de sus motivaciones, la realidad es muy distinta a lo que se muestra, aunque es fácil quedarse con esas impresiones.
El trasfondo de la permanencia en la casa materna es la falta de oportunidades para tener la propia. Así de simple. Ninguno de mis encuestados está ahí por el deseo de aprovechar la bondad de sus progenitores, ni por hallarse en una “zona de confort” desde la cual no quiere salir. La mayoría se sienten incómodos dando explicaciones siendo adultos y anhelan el momento de emprender el rumbo. Sin embargo, los sueldos que gana un profesional recién egresado - sobre todo en carreras saturadas - así como la necesidad de especializarse (dada la alta competencia), se han convertido en el principal obstáculo para materializar este deseo.
Si a esto sumamos que la industria inmobiliaria no ayuda mucho - debes ganar el triple de lo que cuesta un dividendo / arriendo - y que la única opción que tienes es postular al subsidio para un vivienda social de 3 x 3 ubicada en la periferia santiaguina, el Hotel Mamá lejos de una opción es una imposición de las circunstancias. Sad, but true.
Lo malo es que a cierta edad, aunque tu mamá sea una verdadera santa, ya te sientes como una “allegada” en su casa y algunas cosas de la convivencia comienzan a incomodarte. Porque claro, eres adulta y ser tratada como un ser dependiente - o sujeto a reglas ajenas a las que requieres - no es exactamente lo que esperabas para esta etapa. Y, en atención a mi sondeo, les presentaré algunas de las principales razones por las cuales este “Hotel” no es un ensueño:
1. Estás sujeta a reglas y horarios que no estableciste: El trabajo, junto con los estudios de pre o postgrado, imponen un ritmo de vida exigente. Vives corriendo y quisieras distribuir tu tiempo de manera X. Quizás, hacer compras en la noche - cuando el minimarket es sólo para ti - o estirar las camas recién antes de dormir. Sin embargo, la casa de mamá tiene ciertas reglas y es tu deber dejar todo listo antes de salir. Puedes organizarte y cumplir con la tarea, pero no deja de incomodarte el no poder administrar tus horarios - ni tu espacio - de la forma que te parece más eficiente.
2. Debes dar explicaciones: No importa que edad tengas, para mamá siempre serás “su niña”. Te lo digo yo, que tengo un hijo adolescente, al cual aún veo como si fuera un lactante. Es un mal endémico maternal, que nos cuesta ver como nuestro mayor tesoro crece y se hace autónomo. Sabemos que hay que dejar que viva sus procesos, pero siempre alguna aprensión aflora. Por lo mismo, no te extrañe si tu madre te pide explicaciones de por qué duermes tarde, haces dieta o carreteas mucho, señalando que “te hará mal”, “es síntoma de algo”, entre un sinfín de preguntas y recomendaciones. Debes bancártelo y responder pacientemente, aunque sientas ‘absurdo’ rendir cuentas de tus actos ya estando ‘viejota’.
3. ¿Y la intimidad?: Reconozcamos que aún no existen tantos padres ‘open mind’ como para aceptar que su bebé tenga pareja y la lleve a dormir justo en su cama. Si lo haces, será casi como hermanos, puesto que hay que ‘respetar el hogar’. Además, te cohibe realizar ciertas performances teniéndolos tan cerca. ¿Solución? Sólo hacer despliegue de tu creatividad (o visitar ‘ciertos lugares’ donde ‘venden mote’).
4. El orden de tu pieza: “Mi pieza, mi desorden, mi problema”, era un grupo de Facebook con bastantes seguidores. ¡Y no en vano! Son pocas las madres que resisten la tentación de poner orden a lo que encuentran fuera de lugar y - aunque seas la reina de la pulcritud - la tuya siempre pensará que algo ‘podría estar mejor’. Así, termina guardando tus cosas en misteriosos lugares que luego olvida. Y ahí estás tú, buscando por todas partes la carpeta con el importante informe que debías entregar en el siguiente día.
5. Vergüenza: Decir que a cierta edad aún no te independizas te pone como blanco favorito de burlas y bromas de mal gusto. O al menos, eso crees. No es algo que quisieras pregonar a los cuatro vientos, pero ¡relax!: no eres la única. Hay muchos más en tu misma condición y no por vagos ni fracasados, sino por falta de alternativas. Las cosas como son.
En fin, son varios los ‘contras’ que obtuve de mi particular ‘investigación’; lo que me permite afirmar que el “Hotel Mamá” no es tan idílico como parece, siendo su análisis mediático bastante superficial. Créeme que llegará el minuto en que extrañes las cosas que hoy te generan ruido, pero aún así independizarte y tener tu espacio propio es algo que no tiene precio. Mientras tanto, procura acordar con tu madre el respeto por tus hábitos, recordándole que eres una adulta responsable gracias a que te formó bien (y por supuesto, actuando en consecuencia). Disfruta del agasajo de su compañía, que - pese a todos los peros - siempre tiene cosas buenas. Y ten paciencia, dale tiempo al tiempo, puesto que ¡ya llegará tu momento!
Imagen CC Nhoj Leunamme==Jhon Emmanuel