Sé que el título suena a una bizarra película de terror, como “los tomates asesinos” o algo así, pero de acuerdo a una investigación realizada entre 1987 y 1994 por el científico Mark Bellis y el zoólogo Robin Baker (Universidad de Manchester) se trataría de una realidad. Ambos expertos plantean que en cada eyaculación, sólo un 50 % de los espermatozoides liberados serían “cazadores de óvulos”; es decir, aptos para fecundar. El resto se compondría de microscópicos kamikazes y sicarios, dispuestos a arrasar con los especímenes defectuosos e incluso, con los que provengan de otro hombre.
Tal como lo leen. De acuerdo a esta teoría, la existencia de estos gametos en los mamíferos tendría como objeto asegurar la descendencia, bloqueando a los competidores. Y así lo plantea uno de los autores (Baker) en su obra: “Batallas en la cama: infidelidad, espermatozoides asesinos y otros conflictos”, donde el también docente de la mentada casa de estudios del Reino Unido se explaya respecto a estas conclusiones, las cuales defiende a ultranza.
Según el zoólogo, en cada eyaculación es posible distinguir diferentes clases de espermatozoides, cada una de las cuales desempeña un rol específico:
1. Bloqueadores: Suelen ser de cola curvada, con una enorme cabeza o incluso más de una. Su función es impedir el paso de los espermatozoides defectuosos o rivales a través de los oviductos. ¡Son verdaderos kamikazes!
2. Asesinos: Los sicarios del cuento. Esbeltos y atléticos, su composición química los faculta para identificar a sus rivales. Una vez que los reconocen, les dan caza y los aniquilan. Baker plantea que el hombre produciría más de estos espermios de manera inconsciente si sospecha que “no ha sido el único”.
3. Cazadores de óvulos: Son similares en contextura a los asesinos; sin embargo, su cabeza es ligeramente más grande, ya que lleva el ADN. Son fértiles, por lo que su función es encontrar y fecundar nuestra célula reproductiva.
De comprobarse la hipótesis de Baker, echaría por tierra nuestra creencia de que cada eyaculación implica una auténtica “carrera por la vida”, donde el espermio más veloz e inteligente es quien gana. A cambio, estaríamos frente a un trabajo mancomunado en pos de unos pocos, además de una naturaleza sumamente competitiva. Sin embargo, no todo el mundo científico concuerda con dicha teoría y el mismo autor aclara que su compañero Bellis no comparte la totalidad de sus postulados. Así es que, chicas: hasta nuevo aviso, podemos dejar nuestras creencias intactas. (Aunque no deja de ser un curioso planteamiento, por decir lo menos)
Y ustedes, ¿qué opinan? ¿Creen en la tesis de los espermatozoides asesinos?
Imagen CC David Santaolalla