9 de cada 10 médicos recomiendan tomar al menos 2 litros de agua al día. Si bien es un hábito muy saludable, trae consigo algunos efectos colaterales que son realmente incómodos, como tener que ir al baño a cada rato.
En realidad, eso no es un problema si estás en tu casa o trabajo: el caos viene cuando tienen que entrar a uno de esos infames baños públicos.
Primero tienes que encontrar uno, el cual es fácil de hallar si estás en un mall. Pero en la calle tienes que entrar a comprar un bebida a un restaurante o hacerte la loca y colarte al pipiroom. La segunda dificultad es la eterna cola: ¿por qué siempre hay fila para el baño de mujeres? ¿Qué pasa con nosotras, que siempre colapsamos las instalaciones, mientras que los hombres entran y salen sin estorbarse?.
Pero no es sólo eso, ya que cada mina entra con 3 cabros chicos al baño y una observa con cara de sufrimiento porque la vejiga está por explotar. No obstante, no falta la que entra con toda la calma del mundo, hace sus cosas y lentamente sube sus pantaloles. Luego, tira la cadena con suavidad para volver a tirarla de nuevo y se demora 5 minutos más en abrir la puerta.
Finalmente entras desesperada, te vas a sentar y por casualidad miraste la taza. ¡Qué horror! puedes encontrar las cosas más horribles de la vida e incluso tener pesadillas por las noches. Lo menos malo es encontrar toda la taza mojada. Entonces, respiras hondo para no hacerte ahí mismo y limpias, pensando en que la mina que entró antes al menos pudo tener la deferencia de limpiar su desastre. Es lo mínimo después de tenerte esperando por 20 minutos. Pero nada de eso importa ya, pues lograste llegar.
Sin embargo, debo recalcar que odio los baños públicos, sin importar que esto sea una cosa de loca.
¿A ustedes también les pasa?
Imagen CC Nebulaskin