En todas las películas y series vemos cómo el primer beso de un par de adolescentes es siempre en un bello bosque, con un atardecer maravilloso o en cualquier otro escenario de ensueño. Se supone que tal experiencia deja un lindo recuerdo por el resto de tu vida. El mío no fue así. En realidad no se congeló el tiempo a mi alrededor, ni puse ojos de corazoncitos o hice pop con el pie, como Lía, del "Diario de la Princesa". Nada.
Era un día de clases. La profesora estaba atrasada y yo me encontraba sentada sobre un calentador, en un pasillo algo oscuro, esperando entrar a la sala. En ese instante, un compañero de curso - el cual era bonito, pero con quien no había más que buena onda - llegó y, algo encaprichado en que yo recibiera mi primer beso –ya que le comenté que no lo había dado –, se acercó a mi y me dijo “no te quiero obligar a nada”. Me miró, me tomó del cuello, posó sus labios sobre los míos y fin de la historia.
Fue tierno, pero el beso estuvo bastante fome, por decirlo de manera simpática. La historia es tan aburrida que ni la cuento y sólo les digo quién fue a aquellos que eventualmente lo conocen (evitando mis críticas, para no ser malagradecida).
La verdad es que no me arrepiento. Ha pasado tanto tiempo que ya ni lástima me produce haberme perdido un momento que - según dicen - pudo ser memorable.
Y ¿cómo fue tu primer beso?
Imagen CC Victoria Gray