Asumo que soy tremendamente hinchapelotas, tanto que tengo un par de amigos que me usan de agenda. No hay nada que me moleste más que la gente que llega tarde o deja todo para último momento, por lo que es muy natural en mí - al menos en mis trabajos y con gente cercana - recordarle las cosas al resto. No una, sino dos, tres y hasta cuatro veces, hasta que las hacen. Sólo ahí me relajo.
Soy de las personas que le avisan al pololo apenas llega un parte de matrimonio y le recuerdo un mes antes por si anda en las nubes. Llamo a mi mamá el día antes del cumpleaños de cualquier familiar, para que no se le olvide llamarlo. Y cada vez que invito gente o ellos a mí, el día antes confirmo, no sólo por educación, sino porque gran parte de los chilenos se compromete a la ligera con casi todo. Por lo mismo, nunca sabes si la invitación va en serio, fueron palabras de buena crianza o efusividad del momento.
Si pido prestado algo, lo más seguro es que a esa persona le llegue un recordatorio mío por Whatsapp o le mande un mail. Al menos lo que yo veo, es que rara vez hincho porque sí, sino para que las cosas resulten como estaban programadas.
Sé que para muchas personas es molesto, pero para mí es una pequeña forma de llevar el control en este ya despelotado mundo. ¡Y me ha funcionado de maravillas!. Me dejan plantada sólo en ocasiones de extrema urgencia. Incluso creo que falta más gente hinchapelotas, porque fuera de bromas, facilitamos la vida del resto y también la nuestra.
Y tú, ¿también tienes complejo de agenda?