Hace unos días conversé con el mejor amigo de mi hermano y me contó que al comenzar a hablar con una chica, sin anestesia le decía: “A ver… ¿ tú qué quieres conmigo?". Esta pregunta apuntaba a obtener - ojalá - la única respuesta que le interesaba: sexo.
Él se justificaba diciendo que de esta forma iba directo al grano, sin darse la lata de salidas previas, citas, regalos y formalidades que a la larga no sirven de mucho. Tenía claro que "sus conquistas" sólo tenían un fin carnal y no desembocarían jamás en algo amoroso. Por lo mismo, prefería evitar gastos innecesarios. En buenas cuentas, no quería más que placer momentáneo, “sacarse las ganas” y después seguir la vida como si nada hubiese pasado.
Hay que ser conscientes de que chicos así ¡existen! y activar nuestros radares anti-penas de amor. Que un chico nos comience a hablar no significa necesariamente que nos quiere para algo serio. Algunos simplemente quieren sexo y chao –lo cual tampoco vamos a condenar–, pero si eres de aquellas que se enganchan rápido, te advierto que este juego definitivamente no es para ti.
Abran bien los ojos, queridas. No todos son brutalmente honestos como el amigo de mi hermano. Tal vez sólo estemos perdiendo el tiempo con un lobo disfrazado de ovejita.