Eso de que las mujeres somos el sexo débil ya es cosa del pasado. Por lo mismo, si hay algo fuerte en nosotras es el poder de nuestro dichos, y a veces, se nos pasa la mano.
“¿Esa mujer no tendrá espejo en su casa, que sale vestida así?”, “¿No te cansas de exhibirte?”, “¿Y no había tacos para mujeres decentes en la zapatería?”, pueden ser ejemplos extremistas, pero ya vas entendiendo de qué hablamos; el wollying, término que mezcla woman + bullying y que define la forma —a veces sutil— en que nos dirigimos o hacemos referencia a otras con intención de denostar, humillar o avergonzar.
Siendo profundamente sinceras, creo que todas hemos dicho frases que pudieron haber afectado el ánimo de otras. Lo peor es que muchas veces sólo lo dijimos de broma, pero la única que no se rió fue ella. Estas conductas vienen con nosotras; son parte de ese instinto que nos hace marcar territorio y predominar en nuestro entorno, pero eso no significa que debamos aceptarlas sin moderación.
Actuamos de modo ofensivo y crítico en áreas diversas como el aspecto físico, frente a una sexualidad desinhibida, los triunfos de otras, sus posturas como madres e incluso con el exceso de demostraciones afectivas.
Seguramente has escuchado eso de que la “empatía no es simpatía” y en este caso, no hay meditación que sea más adecuada. Es imposible que no existan cosas que nos molesten de otras personas. Hay gente que es desagradable en extremo, o que tienen una higiene poco prolija, que hablan con groserías, o que en la hora de almuerzo lo hacen con la boca abierta, pero si esas cosas te molestan, lo único que evitara que actúes con “agresividad pasiva” será ponerte en el lugar del otro. Por más que cueste, deja de lado el impulso, y piensa en la mejor forma de decirlo. Quizás esa persona necesite oír de alguien un buen consejo y no una crítica o reprimenda.
Ser mujer cada día es más demandante, y si además debemos luchar con las de nuestro género, esto se puede volver un verdadero caos. No vuelvas a la adolescencia: que lo vivido te haga una mujer grande por dentro y no sólo en años.
Y tú, ¿te has sentido víctima de wollying?