Sucedió hace muchos años, tantos que mi hijo aún no nacía. ¡Pero todavía me divierto al recordarlo! Fue cuando me las dí de “productora de eventos” y quise organizarle a mi partner de la U una fiesta de cumpleaños inolvidable (¡y vaya que lo fue!).
Lo cierto es que por entonces no tenía más experiencia en celebraciones que las completadas y asados en casa, además de - ocasionalmente - una discotheque. TAN ocasionalmente, que sólo conocía una, a la que asistí una única vez. Sin embargo, por ganas no me quedaba y tenía el ojo echado a varios recintos donde - suponía - podríamos bailar y pasarla bien un rato.
Estaba decidiendo hacia cuál local dirigiría el carrete cuando, mientras compraba en Patronato, me regalaron unos flyers para asistir a X discotheque, la cual tenía en mi lista de opciones sólo por estar en mi barrio. “Me queda cerca y el mío es buen sector”, pensé. Entonces dije “¡listo, estamos dados! Allá vamos”. Le pedí al promotor más de estos flyers, que permitían entrar gratis. Bastante motivado, me pasó unos 15. ¡Estaba sobrada de cariño!... Por supuesto, el que la publicidad dijera algo así como “Circo Wild” no significaba nada para mí.
Llegado el día del evento, mi entonces pololo (ahora ex) no pudo acompañarme y además, estaba en mi periodo “al rojo” y con el SPM haciendo de las suyas. Con dolor de ovarios y sin mucho ánimo de fiestas, fui a buscar a mis amigos al metro y los dejé instalados en el recinto a pocos minutos de que abriera las puertas. Me quedé hasta las 12, cual Cenicienta, excusándome y deseándoles una linda noche.
El lunes, llegando a la Universidad, el grupo en pleno se me lanzó encima preguntándome - entre risas nerviosas - cómo los pude invitar a aquel lugar. Me contaron que todo anduvo bien hasta alrededor de las 2 AM, cuando desde lo alto bajaron una jaula con dos personas en su interior. Ellos (hombre y mujer), ataviados con animal print, se desvistieron entre sí a tirones y comenzaron a tener sexo en vivo. Mis partners, sus pololos y la concurrencia en pleno supieron de este modo en qué consistía el “circo wild”. La experiencia al menos fue anecdótica y provocó que se rieran de mi ingenuidad en estas lides por unos cuantos meses. Además, las chicas se quejaron con humor de que “el mino ni siquiera era rico”.
Y tú, ¿sufriste un chascarro al preparar una fiesta?