La vida nos llena de desafíos: laborales, familiares y sobretodo personales. Intentamos mostrar al mundo que realmente somos las indicadas para tal o cual cosa, pero ¿en verdad lo crees? ¿Cómo está tu autoestima?
Nuestras madres nos lo decían: “eres la niña más linda del mundo”, y eso, sin duda, nos hacía sentir así, pero el paso del tiempo y el entorno nos fueron convenciendo de lo contrario. Y cada cierto tiempo, terminamos por creerlo.
Nuestro cuerpo cambio; nuestra cara tomo la imagen de la adultez. Los sueños de la infancia quedaron atrás y con ellos, nuestras ganas de conquistar al mundo. Poco a poco nos dimos cuenta de que habían mujeres más lindas, más flacas, con más suerte e incluso con más inteligencia. Todo ello nos llevo a ver que quizás para ellas era más fácil la vida, conseguían mejores puestos, chicos más lindos y mejores sueldos.
Seamos sinceras: vivimos en un mundo diabólicamente enfocado en hacernos sentir mal, inferiores e incluso mediocres. Y lamentablemente, somos nosotras mismas las encargadas de recordarnos una y otra vez todo aquello que nos hace sentir peor. ¿Por qué somos tan crueles con nosotras mismas? ¡Basta! Ponle un alto a todo pensamiento que te haga sentir inferior. Hacerle caso al mundo, es dejar de creer en ti.
Cuida tus actos: si hay actividades que te hacen sentir menos, sácalas de tu rutina. Que sean cambios paulatinos. Si no te gusta correr donde lo hacen las más delgadas: busca una nueva ruta; si la dieta no dura por la tentación, evítala hasta que puedas resistir. Piensa en las cosas que no has logrado y en el por qué. Bien, ahora es tiempo de cambios.
Cuida tu boca: no digas no puedo, siempre piensa en “cómo puedo”. Hemos hablado antes de que nuestras palabras proyectan cosas en los demás. Si dices “no puedo subir ese cerro”, nadie te invitará un domingo por la mañana a intentarlo. Dale poder a tus dichos y habla en positivo de ti.
Saca la mala hierba: si tu entorno esta metafóricamente rodeado de amigas “maleza”, córtalas. No dejes que nadie tire basura en tu jardín. Es tu vida, son tus logros. No permitas que la opinión de otros te arrebate las ganas ni la fe.
No necesitas ni el rostro más bello, las piernas más largas o el título de la mejor universidad para ser quien quieres ser, sólo debes enfocarte en no perder la visión de lo que vales y no dar paso a aquellas cosas que bajan tu autoestima. Quiérete, respétate y los demás lo harán también.
¡Vamos! Yo sé que puedes.