El tiempo me ha dado varias lecciones, y una de las principales es no contar tus planes, por más certeros que te parezcan y por mucho que anheles difundirlos.
Me he dado cuenta de que muchas personas comparten con sus contactos de Facebook todo cuanto desean realizar, esperando que sus cercanos se alegren y les envíen buenas vibras. Claro, no faltan quienes sí lo hacen, pero tampoco aquellos que - con una mentalidad más negativa o “realista” - ven los "peros" en lugar de las oportunidades.
El problema es que estas personas comienzan a estar pendientes de si alcanzaste o no tus objetivos, sólo para corroborar que tenían la razón en sus suspicacias. Critican constantemente esas decisiones que ellos cuestionan, permaneciendo al pendiente de si tus planes fracasan o llegan a buen puerto. Esto te añade una carga emocional extra, ya que sabes que están esperando a que tropieces solamente para pronunciar un sentido “te lo dije”. Así, tal vez como una profecía auto-cumplida, comienzas a trastabillar en tu cometido.
Puede que estas personas no sean en absoluto malintencionadas; no. Sólo no están de acuerdo con la forma en que gastas tu tiempo o dinero. Están acostumbradas a llevar el control de las cosas y sienten que “deben hacer algo” para que adviertas que estás equivocada (según ellos y su particular lógica, claro). Creen actuar de este modo “por tu bien”, sin plantearse que tal vez los errados sean ellos. El punto es que - sin querer “queriendo” - te cargan de vibra negativa con sus constantes: “no entiendo por qué haces eso”, “¿para qué?”, “no va a resultar” o “deberías haberlo pensado mejor”.
Atesora este consejo: si estás segura de la determinación que has tomado y realmente deseas llevar tus planes a efecto, ¡no comentes con nadie lo que pretendes hacer!. Y si no estás cierta de que sea la opción correcta, pero quieres intentarlo de todas formas, ¡no digas nada tampoco! No dejes que las aprensiones y temores de otros te frenen o te condicionen al fracaso. Los límites los pones tú misma e incluso de las caídas siempre se obtienen lecciones importantes. Para evitar cargarte de mala onda, presenta los hechos consumados. Así, nadie podrá boicotear tus planes con zancadillas. Y si no funciona, ¡bueno!, es cosa tuya. Nadie lo sabrá, ni estará pendiente para "patearte en el suelo" la inútil frase “te lo dije”.
Recuerda: quién no se arriesga, no cruza el río. Tus anhelos sólo te incumben a ti. No dejes que los prejuicios de terceros te encadenen. La primera y más importante boca en la que tienes que pintar una sonrisa es la tuya. ¡Sigue adelante por lo que deseas, y con todo el "fua"! Te aseguro que no vas a lamentarlo.