En estos tiempos es cada vez menos frecuente, pero existe: depender económicamente de la pareja. Ya sea por decisión propia o por urgencias como quedar cesante o atender la casa, esta situación siempre genera algo. Lamentablemente, en ocasiones son consecuencias negativas para la relación, como discusiones, recriminaciones o término. ¿Por qué? Se los cuento a continuación.
Sucede que algunas personas (no todas) asocian el dinero con la libertad. Son de las que aprecian contar con ingresos propios, pues pueden comprar lo que quieran; sin necesidad de preguntarle a otro, porque les puso la plata.
Entonces cuando no tienen ingresos, se sienten absolutamente subordinadas al novio. Pues claro: él fija los límites de cuánto gastar, y ella sólo acata para no quedar como una “patuda” que pide sin poner ni uno.Y bueno, le “da no sé qué” decir lo que realmente piensa, así que opta por las clásicos cumplidos como “estaba bonito el regalo”; aunque en realidad le haya cargado. Ustedes saben.
El problema es que muchas veces terminan hallándose como prisioneras de una relación que les impide hacer lo que quieren. Son de las que siempre necesitan preguntarle al otro y se restringen por ocupar el dinero de otro.
Y es así como comienzan los problemas en la pareja pues. Abundan las discusiones, las recriminaciones y las famosas frases de queja, tipo “no hay como ser independiente”. ¡Y cómo no!, si muchos añoran tener su platita para regalonearse, sin tener que pedir permiso o rendir cuentas. Fuerte.
Y tú, ¿estás de acuerdo?