Cuando los nutricionistas nos recomiendan bajar de peso siguiendo una alimentación saludable, no es al azar. Así es, porque si elegimos disminuir unos kilitos con una dieta estricta, podemos tener una serie de problemas. Acá te enumeramos 4 de los más comunes.
1.- Efecto rebote. Como son regímenes momentáneos, recuperamos el peso apenas volvemos a la normalidad. Basta con que comamos un poco más para engordar al tiro, pues el cuerpo se acostumbra a ingerir menos calorías. Así que no es lo mismo hacer una dieta relámpago que adoptar hábitos saludables como comer sano siempre. La primera significa pesar menos en la báscula un tiempo; en cambio la segunda implica mantenernos.
2.- Pérdida de masa muscular. Las proteínas son las que generan el músculo. Si una dieta las restringe, el cuerpo reacciona. Se resiste a funcionar con menos calorías, por lo que descompone los tejidos de la musculatura para enviar nutrientes a la sangre. Y eso se traduce, por ejemplo, en que nos nuestro trasero o piernas se pongan flácidos. En otras palabras, que luzcamos como gelatinas. Así que ojo.
3.- Estrías. Las dietas restrictivas también pueden producirlas. Si bajamos de peso sin realizar actividad física; la piel se suelta, favoreciendo a que aparezcan estas marcas. Por lo general, salen en las zonas en donde hay un cambio más brusco de volumen corporal. Sobre todo, aquellas en que tenemos mayor índice de grasa. Por ejemplo, en el estómago, en los glúteos y en los pechos.
4.- Fatiga. A veces estas dietas limitan el consumo de nutrientes esenciales; así que nuestro cuerpo envía señales de alerta. Nos sentimos cansadas, débiles, sin fuerza, etcétera. No tenemos ganas de nada, pues los alimentos que ingerimos son insuficientes para darnos energía. Por ende, lo más probable es que andemos echadas o queriendo dormir todo el día. Uf, tanta restricción sí que le pasa la cuenta al organismo.
Y tú, ¿conoces otros problemas que puedan generar este tipo de regímenes?