Nuestro pasado nos condena. Reconozcamos que, en algún momento, todas quisimos ser princesas. Alucinamos con Disney y aquellos encantados hombres de sangre azul dispuestos a sacarnos de apuros. Sin embargo, tras crecer y darnos cuenta de que la realidad no es tan “rosa”, que no existen los héroes (y que, aunque nos cueste admitirlo,tampoco somos gráciles mujeres indefensas en el bosque) más de alguna sufrió un shock de aquellos.
Pero eso fue sólo el impacto inicial. Porque luego descubrimos el encanto de ser “antiheroína”. De cometer errores, tener momentos absurdos, pasar una que otra “vergüenza” y mostrarnos con nuestros “detalles”: ser celosas, enojonas, divertidas, despechadas, tal vez malas para la cocina, el bordado o el canto con pajarillos, pero ¡reales!. Mujeres de verdad.
Este descubrimiento - y el aprender a aceptarnos con aquellas diferencias que nos hacen únicas - se vio reflejado en el cine y en la reescritura de los clásicos cuentos de hadas: así, tenemos a una Blancanieves que no trepida en ponerse armadura y pelear codo a codo con sus soldados o una Maléfica que no es tan villana como creíamos (por el contrario, es bastante más cercana a nosotras que Aurora). Surgen nuevos íconos, como Katniss (Los juegos del hambre) o Tris (Divergente): mujeres empoderadas, aguerridas, que reconocen sus defectos y con ello - sin querer - resaltan sus virtudes.
Tal cambio en la mentalidad femenina debe ser absorbido por las nuevas generaciones. Es por eso que el SENAME lanzó un “Taller de desprincesamiento”, que pretende lapidar cualquier pálido estereotipo sobreviviente de la típica princesa / damisela en apuros. Sin la intención abierta de ser una respuesta al polémico curso que el año pasado dictó Cathy Barriga (aunque lo parezca), esta instancia invita a las niñas pequeñas a “crecer libres de estereotipos” relacionados con el género, así como sus efectos colaterales (léase: esperar al príncipe azul o asumir una actitud pasiva ante la vida, esperando ser rescatadas). Lo que se busca es que las chicas crezcan empoderadas, conscientes de su potencial para cambiar al mundo si así lo desean. En estos encuentros, podrán ser piratas, heroínas ¡y muchas cosas más!.
La iniciativa tuvo su primera versión en la ciudad de Iquique. No obstante, trabaja en la capacitación de monitores capaces de replicarlo en todo el país. Consta de 6 sesiones dirigidas a niñas de entre 9 y 15 años, en las cuales se realizarán debates y actividades prácticas, además de disfrutar de videos y canciones.
Y a ti, ¿qué te parece este taller de desprincesamiento?