En una época en donde las mujeres hemos asumido otros roles, el estrés se ha convertido en un invitado habitual de nuestro día a día. Es por eso que a veces sentimos que se nos viene el mundo encima y pasamos por etapas en donde todo nos parece mal. Sin embargo, son momentos pasajeros y cuando logramos enfriar la cabeza, somos capaces de solucionar de manera inteligente aquello que nos molestaba.
El problema es que hay quienes viven con una nube negra sobre sus cabezas, quejándose de todo y llorando a través de todos los medios posibles, incluso por aquellas vivencias más triviales. El límite entre el desahogo y convertirse en la “quejosa” del grupo es muy delgado, así es que pon atención a los siguientes puntos, para que así no pases la línea.
1. Auto-análisis
Si estás pasando por un período en que todo te parece malo y sientes que te cuesta identificar lo bueno en tu vida, entonces es hora de tener una conversación larga y tendida con tu “yo” interior. Tal vez hay un tema al cual no le has prestado atención, pero que te está generando esa sensación de negatividad y de preocupación constante y que te lleva a quejarte hasta por el clima. Tal vez sea un tema pendiente en el trabajo, no te sientes realizada, estás estresada, algo que no te atreves a conversar con tu pareja o cualquier otro tipo de obstáculo, pero la idea es que seas sincera contigo misma e identifiques lo que está haciendo ruido.
2. Menos quejas y más acción
Si sabes qué es lo que te está molestando o influye negativamente en tu humor - y por consecuencia te lleva a las quejas constantes - , entonces es hora de tomar cartas en el asunto. No puedes llorar y quejarte por años de que no te gusta tu pega, no estás feliz en tu relación o subiste algunos kilos. Resuelve lo que te atormenta, en lugar de quejarte prolongadamente por algo que tiene solución, pero que depende de ti cambiar.
4. Aprende a identificar aquello que realmente es importante
Todos pasamos por altos y bajos, además de tener que soportar momentos que son tristes o que quisiéramos olvidar. Pero no puedes sentir que se te acaba el mundo por cosas demasiado triviales como que a tu café le faltaba azúcar, perdiste 10 pesos o amaneció lloviendo y tú querías usar vestido. Está bien que te desahogues, pero cuando es realmente necesario, para que no seas una especie de “Pedrito y el lobo” (cuando realmente estés mal, nadie quiera ayudarte porque piensen que estás exagerando).
5. No a los “muros de los lamentos” en redes sociales
Una de las cosas más lateras de la vida, es leer a alguien que usa sus redes sociales como bitácora de las quejas. Obviamente, tu Facebook, Twitter o cualquier plataforma es tu propio medio de comunicación, pero los lamentos constantes lo único que logran es alejar a las personas. Aprende a ser más cuidadosa con lo que compartes en redes sociales y a no transformarlas en un diario abierto sobre tu vida privada y tus frustraciones.
6. Cuando el resto te cuenta sus problemas, no se trata de “ti”
Otra mala costumbre, si de quejas se trata, es hablar de ti. Muchas veces una amiga o amigo acude a ti para contarte algún drama y al final termina ahogado por tus problemas, porque cuando esa persona tuvo la idea de decir que estaba mal, lo más probable es que tú le respondiste “yo estoy peor”. Trata de dejar el egoísmo de lado y esa visión limitada de tu entorno, ya que puedes dañar a quienes quieres con tu actitud de “solamente yo tengo problemas”.
La mayoría de nosotras ha pasado por temporadas malas, en las que pensamos que nada nos hace sentido. Sin embargo, es importante que no te quedes estancada, sin avanzar, y solamente te dediques a llorar y a quejarte. Si algo no funciona, toma cartas en el asunto, si sientes que todo lo que te pasa es extremadamente malo, empatiza con el resto y tal vez descubras que tus problemas son un granito de arena en comparación a los de otras personas.