Imagino que pedir matrimonio debe ser un momento mega-complejo y angustioso. ¡Piensen si tradicionalmente fuéramos nosotras quienes lo hiciéramos! Probablemente nos comeríamos todas las uñas e incluso, los dedos. ¡Sí, nervio extremo! El temor de exponernos al ridículo o a que él no esté tan convencido como nosotras de querer ...
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