Todas las semanas me junto con mis amigas a tomar algo y hablar de la vida, porque el tiempo pasa tan rápido que siempre hay novedades cuando uno menos las espera. Estas reuniones son algo así como nuestro día sagrado de chicas, nuestro escape del mundo, de la rutina y de la vida diaria.
Esta vez el punto de encuentro fue en el departamento de la Lucy y cuando apenas la vi, supe que tenía la urgencia de contarnos algo. La Lucy tiene 32 años, estudió arte y ahora da clases en un colegio. Hace tiempo que está soltera y desilusionada de los hombres.
Comenzamos con un vinito y sushi y cuando ella ya no pudo contenerse más, comenzó su historia. Chicas: conocí a un hombre de esos que no se encuentran a la vuelta de la esquina, enseña música en el mismo colegio que yo, es súper interesante, guapo y sumamente inteligente. Yo ya lo había mirado con otros ojos, y al parecer él también a mí, porque se me acercó en la sala de profesores y de la nada me invita a salir.
Hasta ahora hemos tenido dos citas y todo ha sido increíble porque compatibilizamos a la perfección. En nuestra primera salida me invito al Teatro Municipal a ver un concierto de piano de Beethoven, que es su compositor preferido. Luego fuimos a comer comida peruana y no parábamos de hablar hasta que cerraron el lugar. Él me fue a dejar a mi casa y nos despedimos con un beso en la boca, sentí millones de mariposas en mi guata.
Y la otra cita comenzó en la Biblioteca Nacional, él daba un concierto de piano e interpretó “Las Campanas” de Rachmaninoff. Yo estaba sentada en la oscuridad, él en plena luz, así podía observar cada detalle de su cara, la pasión con que tocaba cada nota, y sentí que me enamoraba a medida que transcurría la sinfonía.
Salimos de la Biblioteca y fuimos a Lastarria a tomar algo, yo nunca más lo pude mirar igual después de aquella interpretación. Una vez sentados, la tensión entre los dos era evidente, no podíamos parar de mirarnos y de tomarnos la mano. De repente me dice que lo acompañe a su casa porque quiere interpretar una sonata para mí. Yo le dije que no podía, que se hacía tarde, mejor otro día.
Bueno, lo que les estoy contando suena como la perfecta historia de amor, pero la verdad es que él tiene 25 años y yo 32!!! Y ahora que se los cuento reafirmo mi inseguridad en la diferencia de edad. Esos siete años que le llevo de ventaja pueden significar muchas cosas, entonces quiero preguntarles ¿dejo que todo termine acá antes de que me guste en serio? ¿O continúo y me arriesgo no más?