El otro día, viendo un video de un tipo asqueroso, me puse a pensar en cuáles son las cosas que a las mujeres más nos cargan de los hombres. Cuáles son esas cosas que sólo ellos pueden hacer y que nos producen rechazo inmediato.
Les tengo que confesar que 10 minutos de conversa fueron suficientes para enumerar muchas, pero acá les dejamos una selección. Siéntase libres de agregar lo que quieran.
Lo primero que se nos ocurrió, es que odiamos cuando dicen que van a llamar y no lo hacen. Uno se queda esperando como tonta que el susodicho tome su celular y marque tu número ¡como lo prometió!
Que piensen y respiren fútbol. Son capaces de cambiar panoramas, citas al doctor y reuniones por un partido. ¡Ah no! Es que hoy no puedo, porque juega el Colo el “Gran Clásico de los #$%/ Clásicos”. Whatever!
Que se rasquen sus “partes íntimas” sin alergia aparente, sólo como comprobando que todo está sanito y en su lugar.
Que no caminen y masquen chicle al mismo tiempo. Ellos no pueden hacer dos cosas a la vez, aceptémoslo. Si van manejando no escucharán lo que tu les vayas contando al lado.
Que se tiren gases y eructen delante de nosotras. Por mucho tiempo que llevemos juntos, siempre será un desagrado, pero para ellos es un signo de “confianza”. Sí, hay confianza, ¡pero no exageremos!
Una de las peores cosas es ir al baño, a tu propio baño y que la taza esté llena de asquerosas gotitas. El wáter mojado es lo peor. Bueno, que dejen la tapa arriba también es molesto, pero un poco menos.
Que amen a su mamá por sobre todas las cosas. Odiamos a los mamones, a esos que no pueden vivir un fin de semana sin ir a verla o que insisten en invitarla a todos los paseos, salidas o vacaciones.
Que nunca puedan encontrar nada solos. Las cosas les pueden estar ladrando al lado, pero ellos no las ven. Hay algunos que si no preguntaran por todo, sencillamente no podrían salir vestidos en la mañana.
Que no entienden cuando uno quiere estar sola o no quiere hablar. Ya deberían conocer nuestro lenguaje y saber que a veces el “no”, es “sí”. ¿Te pasa algo? No, nada. Claro que me pasa algo, pero tienes que darte cuenta sólo.
Que cuando se enferman es como si se estuvieran muriendo. Son unos alaracos, se resfrían y es como si agonizaran, hay que atenderlos, porque están muy débiles para moverse. No me quiero imaginar cómo sería un hombre embarazado.