Abres los ojos. Miras tu celular, que probablemente ya no es celular, si no blackberry o iPhone. Tomas una ducha. Te vistes. Contestas mensajes de texto. Calientas agua. Revisas correos electrónicos. Desayunas pan con mantequilla, mermelada y messenger. Caminas al trabajo, miras fotos en facebook. Llegas a la pega. Prendes el computador y no hablas con nadie. Bueno, por lo menos, no en vivo y en directo. Lo más seguro es que converses con tus compañeros que se sientan al lado tuyo, pero por chat.
Los entendidos en el tema denominan a estos jóvenes que nacieron después del 2.000 multitarea o “multitasking”. Yo creo que nací un poco antes y soy igual o peor que ellos. Si tienes iPhone, iPod, mp3, mp4, i-tunes o bien, sientes la necesidad de mandar mensajes de textos compulsivamente, twittear, cambiar regularmente tu estado; y comentar en el facebook de tus amigos, todo en un par de horas. Entonces, eres multitasking.
Es que tan multitarea nos hemos vuelto, que twitteamos desde el baño. Ni siquiera esos pequeños espacios se reservan. “Estoy tomando una rica duchita”. Qué decir de los carretes, cuando estás más arriba de la pelota, es cuando salen las mejores frases. “Estoy con lolita que está ponceando con Pepito”. Adiós privacidad. Bienvenidos los tags, replys y fotos en facebook del minuto de la victoria. Cosa siniestra o muy entretenida para algunos. Sin embargo, algo tan natural como lavarse los dientes.
Ir a tomar café y situarte en foursquare es casi automático. Conversar con tus amigos mientras descargas videos en youtube es pan de cada día. Somos nativos digitales para bien, para mal y para desgracia de nuestros padres, quienes tuvieron que aprender a la fuerza a usar mail, probablemente, para pedirnos que bajemos a almorzar.