Anoche estuve conversando harto rato con mi prima chica sobre el niño que le gusta. Algo poco relevante, porque en su vida juvenil le van a gustar mil niños más. Mi idea es que aprenda a darle el lugar y la importancia que se merece. O sea, mínima.
Una joven promedio como ella, se va a enamorar y desenamorar 300 veces más. Sobre todo a los 22 años. Entonces, fome esa costumbre que tenemos las mujeres de ahogarnos en un vaso de agua.
La pobre sufre porque él le dice que la quiere, pero que está en una etapa en su vida en que no puede estar con nadie. Un clásico. Cuántas veces más tendrá que escuchar esta patraña mi primita antes de entender que ni siquiera las debería escuchar?
A la primera, salir corriendo. Next. Si la cosa es bien simple, esto es lo que hay. Si le gusta, bien, si no, también. Nada de enredos ni complicaciones. Nada de libros de autoayuda u otros como “Por qué los hombres aman a las cabronas”, sicólogos, películas como “He is just not that into to you”. Ni una de esas leseras van a aportar algo en tu vida más que tu olfato y criterio personal.
Algunas tienen más suerte, nacen con el instinto afinado, otras simplemente tendrán que aprender a porrazos. No importa. Relax. Nadie se muere de amor. Y ni siquiera una decepción te quita las ganas de volver a querer. Así que a ejercitarse que la vida está llena de estas cosas. Pan de todos los días. Lo importante es saber salir adelante sin echarse a morir.