Lo único malo de que comiencen los días de sol es empezar a “empilucharse” y darnos cuenta de las terribles consecuencias que el invierno dejó en nosotras. Mucho café con galletitas después de almuerzo, chocolatitos, pastelitos, salidas a comer, copete, en fin, nos pasan la cuenta; y definitivamente todo empeoró luego del 18.
Ni el pantalón regalón se apiada. Esos jeans que en los días de frío quedaban perfectos con los “maxi chalecos”, las bufandas y los kilos de camisetas, resulta que con la polerita delgada no se ven tan lindos.
Septiembre generalmente se transforma en la tortura de las que no tenemos un metabolismo privilegiado o bien de las que sufren con un maldito “intestino perezoso”. ¡Si tan sólo hubiera una fórmula mágica que hiciera desaparecer esos kilos!