Sí es verdad, el metro es un horno. Por lo menos deben haber 5 grados más de temperatura que en el exterior, o sea imagínense cuando hacen 30. Aún así, no logro soportar esos ventiladores rancios que tiran “aguita”.
Primero que todo, me cargan porque me dan asco. No sé de dónde proviene esa famosa agua, entonces me tinca sucia y hasta hedionda. Aunque con el olorcito que hay en el metro en verano, no creo que el del “aguita” sea un problema mayor.
La segunda razón es que aunque siempre camino tratando de esquivarlos, no sé cómo se las ingenian para molestarme y llegar hasta mi ropa, o en el peor de los casos, hasta mi cara!
La tercera y última razón es que cuando el aguita me cae en la chasquilla, se me arruina todo el peinado, lo que me pone demasiado mal genio y me estropea el día completo.
Prefiero ponerme fucsia de calor y traspirar como mono, antes que tener que refrescarme con esos ventiladores. ¿Será muy caro poner aire acondicionado digo yo?