Por Carlos Krumel
Cuántas veces has pensado en tomar un helado a la salida de tu trabajo. La situación es fácil hasta el momento en que debes elegir el sabor. Una mega duda se apodera de ti y todos parecen sabrosos, tanto que incluso una vez escogido no quedas satisfecha. Siempre será mejor el helado de quien te acompañó.
¿Raro? No, es pan de cada día y no sólo con los helados. Háganse esta simple pregunta: ¿Cuántos jeans deben probarse para dar con el adecuado? ¿Cuántas tiendas visitaron para el mismo fin? A veces no hay acompañante que aguante.
Esta característica femenina que se repite incesantemente al momento de escoger perfumes, carteras, trajes de baños, vestidos y cuanta cosa les atraiga se debe simplemente a que la presencia de alternativas origina necesariamente indecisión.
No existe otra razón, por más que culpen a las hormonas, el signo zodiacal, el lado de la cama por el que se levantaron, o el color de la ropa que eligieron. Mi teoría es simple, las mujeres son indecisas porque si no la vida sería muy fome para quien está a su lado. Ahora, por qué después de elegir un helado les gusta más el que compró su acompañante, eso sí que es un misterio.