Una de las cosas que más me gusta del otoño y primavera, son las nubes. Sobre todo cuando el cielo está despejado y se forman esas que parecen pompones de algodón, bien grandes y blancas; como que me imagino a los Cariñositos saltando entre una y otra.
A veces no me doy ni cuenta y me quedo pegada mirando mucho rato el cielo y con la mente en blanco ¡es mi terapia de relajación! Veo las formas y figuras, imaginándome que parecen animales, autos o cualquier cosa que se me venga a la cabeza.
La otra vez les conté que me encantaban las fotos, y por lo mismo, cada vez que veo una nube bacán, le tomo una. Una de mis imágenes preferidas de la vida es un atardecer con nubes que se ponen medias rojas por los reflejos de los últimos rayos de sol. El recuerdo más marcado, lo tengo de cuando fui a San Pedro de Atacama.