El otro día les contaba de mi loca fiebre por los cupones de descuento y de mi cercana experiencia con estas ofertas extremadamente baratas. Aunque les conté de mi pequeña campaña por frenar mis deseos de adquirir nuevos cupones, ¡les tengo malas noticias! Lamentablemente para mi bolsillo, mi campaña no duro mucho. Hace una semana recaí con un tentador programa: Masajes reductivos a precio huevo. Estaba feliz con mi cupón y cómo no, si es una excelente alternativa para disminuir centímetros y sentirse flaca. Amigas que ya se habían hecho estos masajes me recomendaron acompañar el tratamiento con dieta para hacerlo más efectivo, pero ¿por qué ninguna me advirtió que dolían tanto? Tal vez pequé de ingenua, pero creí que el tratamiento de “masajes” iba a ser un regaloneo, un momento de relajación. No se imaginan cuál fue mi sorpresa cuando, después de aplicarme molestos shock de corriente, Janet, la encargada de atenderme, comenzó, literalmente a amasarme. ¡Estos masajes duelen, y duelen bastante! Efectivamente, funcionan. Llevo recién 3 sesiones y ya noto ciertas diferencias, pero me sigo preguntando: Para ser bella ¿hay que ver tantas estrellas? Ahora se los pregunto a ustedes, ¿creen que vale la pena someterse a dolorosos sacrificios como éste?
Para ser bella ¿hay que ver tantas estrellas?
Publicado
por
Mary Jane