Seguramente tú tampoco amas todo de tu pololo. Te gustaría que fuera más cariñoso, más preocupado, más divertido, más atento, más bueno para carretear, que te sorprendiera más. Siempre, siempre, hay algo que nos gustaría cambiarle. La pregunta es ¿será posible lograrlo?
En mi experiencia propia y lo que he recolectado de largas charlas con mis amigas, creo que no. Tenemos que entender que cambiar la personalidad, la forma de pensar de alguien, sus expectativas de vida, sus sueños, sus aspiraciones, es una tarea prácticamente imposible.
Distinto es si hablamos de actitudes diarias, estilo, que deje la tapa del wáter arriba o que no te ayude cuando estás cocinando. Este tipo de cosas, aunque cuestan, tienen un desenlace mucho más próspero.
Lo importante es llegar a un equilibrio entre la tolerancia y el cambio que esperamos; si no, nuestra relación va derecho al fracaso.
Si existe amor, ambas personas tienen que estar dispuestas a poner de su parte. Si algo nos molesta mucho, hay que volverse más tolerante al respecto y él, por mucho que ese rasgo sea parte de su personalidad, no puede ser tan egoísta de decir: “Si no te gusta, mala suerte”, debe tratar de cambiarlo, aunque sea un grado mínimo, porque obviamente lo vamos a notar...y lo más importante, lo vamos a apreciar.
La que haya logrado cambiar a su hombre, que cuente la fórmula!!