Foto vía.
No creo en cuestiones metafísicas ni esotéricas, no soy supersticiosa, no creo que tengamos un destino preestablecido ni que si rezamos mucho las cosas que pedimos se harán realidad por gracia divina. Sin embargo, si algo parecido a la suerte existe, definitivamente no está conmigo.
Me va mal en todo tipo de juego de azar que emprendo. Nunca una tómbola ha girado y ha arrojado mi nombre, ni "al agua" he salido. Jamás me he ganado una rifa, nunca he completado un cartón de Lotería, en mi vida he sacado un número del Kino. Es como una maldición.
Para peor, también soy un poco torpe y no me va de lo mejor en juegos de destreza. ¿Rayuela, emboque o trompo? Sólo intentos fallidos. No soy de esa gente que encumbrar un volantín le sale a la primera, no. Incluso pierdo en el cachipún. No, mal, no tengo ninguna posibilidad de éxito o de obtención de premios.
Les juro que el día que haya un sorteo y salga escogida, me voy a sentir totalmente realizada. Lo peor es que ni siquiera será por mérito propio, sino por ese complejo universo llamado probabilidades. Me pregunto siempre por qué el azar tiene un margen oscuro, un grupo de personas secuestradas que nunca permitirá que sean escogidas como ganadoras.
Y más profundo aún, me pregunto por qué justamente yo tuve que nacer de la especie de personas que nunca completó un álbum, que nunca se ha encontrado sumas rimbombantes de dinero en la calle, ni ha visto a famosos taquilleros para saludar en un café.
Insisto, soy escéptica con lo paranormal. Pero mi fortuna es tan mala, que muchas veces llego a dudar y me dan ganas de torcerle la mano a esta especie de carga que tengo. Me siento yeta. Quizá me compre una pata de conejo o comience a usar la pulsera óptima para salir de esto. ¿Me resultará?