Luego de vivir la experiencia que al parecer toda persona durante la etapa adulto-joven debe atravesar – una ruptura trágica y de telenovela – muchos podrían pensar que lo normal sería que me hubiera lanzado a la bebida, drogas, comer helado viendo películas románticas, lanzar mi odio contra el susodicho por cuánta red social existiera, en fin, vivir el típico cliché al respecto.
Sin embargo, por las vueltas de la vida un tiempo antes de dicho apocalipsis, conocí una página web de meditación, Peace Revolution, en la cual te enseñan paso a paso cómo meditar, recomendándote lugares, formas, horas, contextos en los cuales podrá ser una actividad beneficiosa para ti. Claro que debo reconocer que la principal motivación de sumergirme en el tema que proponía la página web y su organización, es la oportunidad de postular a una beca para un retiro de meditación en Tailandia. ¿Nada mal verdad? Claro que para ser postulante aceptado, debes seguir un Programa de Desarrollo Personal que dura 42 días… ¿y qué sería eso?
Sé que suena un poco a infomercial, o publicidad de iglesias tipo “Pare de sufrir”. Pero es ni más ni menos que 42 días de meditación, guiadas a través de videos grabados por monjes budistas, que te enseñan paso a paso cada detalle que debes seguir para meditar correctamente, e ir alcanzando la paz interior que tanto anhelamos. Y el lema es que, mientras seamos capaces de tener paz interior, cada uno de nosotros, podremos generar una “revolución de paz”, exteriorizándola hacia los demás. Idea hippie, pero que al ir practicando el programa, fue pareciéndome más y más posible.
Llevo cerca de 20 días, no de corrido, practicando la meditación. Y adivinen qué: fui capaz de dejar ir mi rabia, ira, despecho, y todo lo que conlleva una ruptura traumática. Reduje al mínimo dichas expresiones en redes sociales; me evité las llamadas ebria a las 4 de la madrugada (porque por lo demás, no sentí la necesidad de embriagarme para olvidar las penas, como sí lo habría hecho unos meses antes). Pude tomarme el tema con más tranquilidad, porque mi interior estaba un poco más ordenado. Es increíble como una actividad tan básica como respirar y dejar la mente en blanco puede contribuir a ordenar tu cabeza y tus sentimientos.
Así pude comprender que muchas veces lo que nos detiene de seguir adelante con nuestras vidas de forma sana, posterior a este tipo de situaciones traumáticas, es el ego y la idea de pensar que no merecemos las cosas malas que nos pasan. Y nos aferramos a ese resentimiento, que se guarda no solo en nuestros corazones, sino que también en nuestras mentes… desestabilizándola, poniéndonos irritables, hipersensibles y descontrolados, no sólo ante el indicio de saber cualquier detalle sobre la vida de ese ex, sino que por cualquier otro problema que tengamos, ya que perdemos la capacidad de lidiar con ellos.
Además, es una técnica que se ha comprobado que contribuye a reforzar y mejorar la coordinación entre nuestros circuitos cerebrales, es decir, que influye en la salud de una forma mucho más profunda y que, de recurrir en ella, puede volverse perdurable.
Y tú, ¿te atreves a probar esta práctica?