Espero no parecer amargada, pero reconozco tener ciertas aprensiones respecto a la tendencia que tienen algunas empresas de celebrar los cumpleaños. Sobre todo, porque esto no siempre se da de manera espontánea, sino como una suerte de “imposición” en pos de las “buenas prácticas laborales”.
Trabajé durante un tiempo en una empresa que exigía una cuota de mil pesos por cada cumpleaños. El dinero se guardaba en caja chica y, llegado el día del evento, el "Comité Organizador" se dirigía al supermercado más cercano a traer torta, bebidas, pan de molde y pastas de ave, aceituna o jamón. A la hora de almuerzo, el personal en pleno (unas 20 personas, apróx.) debían dirigirse hasta la sala de reuniones para cantar “Cumpleaños Feliz” al festejado, además de disfrutar de la comida.
Lo anterior suena bastante bien. Sin embargo, en la práctica es distinto. En el caso de la empresa aludida existían -por decirlo amablemente- "desacuerdos entre funcionarias", las que llevaron a la conformación de bandos y, como se podrán imaginar, algunos no iban de muy buena gana a la celebración de un bando rival. Llegaban al extremo de caer en competencias respecto de qué cofradía organizaba el cumpleaños más oneroso.
Tengo una amiga que preparó con esmero su propio cumpleaños, llegando al punto de encargar una torta carísima de pastelería fina, todo con el afán de que su celebración mostrara más “clase, buen gusto y cariño” que las de sus rivales.
Se daba además que al ser una imposición participar de estas actividades, algunas compañeras reclamaran por la celebración de dos cumpleaños en un mismo mes (lo que obligaba a aportar una cuota mensual más alta). Otras, en tanto, se quejaban de verse impedidas de su libertad en horas de colación. Así fue como llegué a pensar que cuando estuviera de cumpleaños prefería presentar licencia.
Igual, cabe destacar, que también pasaba que los compañeros de pega más amigos– en forma espontánea, no impuesta – organizaban una celebración para el cumpleañero en la que sólo participaban aquellos a quienes les nacía estar ahí.
Antes de pasar por ese trabajo, tuve la oportunidad de ser parte de otra empresa, en la que daban el día libre a quien estuviera de cumpleaños, lo que me pareció genial, ya que la libertad para celebrar junto a tus seres queridos es, por lejos, el mejor regalo. ¿Sabiduría organizacional?