El carácter es algo que vas desarrollando con el tiempo y a medida que tienes más experiencias con la gente, es cuando desarrollas mayormente tu forma de pensar, discriminando lo que te atrae de lo que que no. Gracias a lo anterior te conviertes en una persona capaz de entablar una conversación y de exponer tus puntos de vista sin miedo a las respuestas que puedas recibir.
Una persona sin opinión es como si no estuviera allí. No importa que tus pensamientos no concuerden con los del resto; vas a conocer mucha gente con la que probablemente no vas a congeniar en varios temas, pero eso no significa que esas personas no puedan ser un aporte a tu vida. Si miran desde ese punto a las relaciones, podrán darse cuenta de que el aprendizaje nunca termina y que, a pesar de lo que muchos crean, lo importante es formar carácter e introducirse en nuevas situaciones, sólo cuidado cómo dices las cosas.
En el otro extremo, están esas personas más introvertidas que por no arriesgarse no hablan, no opinan sobre lo que creen de lo que se expone y por lo general tienden a ser condescendientes (me carga), pasando encima de su propio pensamiento. Es complicado ser así, yo creo que todos hemos tenido ese lapsus en el que preferimos callar o consideramos que somos mejores escuchando, sin embargo, eso no quiere decir que la cosa sea así de simple. ¿Cómo siempre vas a darle la razón al que habla? ¿En serio prefieres que los demás no oigan lo que tienes para decir? Es demasiado importante ser firme en lo que uno cree y no caer en la condescendencia, ese patrón de darle créditos a otros cuando, incluso, están hablando cosas fuera de lugar, a las que por ningún sitio puedes verle el lado válido. Si no te desarrollas, en todo aspecto de la vida tenderás a ser flexible y débil.
No soy de las chicas florero que les encanta discutir por mis puntos de vista, me gusta mucho escuchar al resto pero cuando tengo que hablar, lo hago y me da lo mismo si a alguien le molesta mi opinión. Tengo la entera disposición para exponer mis puntos y no me asusta escuchar que al otro le parece absurdo. Prefiero tener las armas para explicarle los por qués y que esa persona tenga el discernimiento suficiente para comprender a lo que voy, aún cuando no esté de acuerdo. Claro, hay momentos y personas con los que no se puede lidiar, es casi imposible con algun@s. Conozco gente que termina hasta felicitando a otros por su pensamiento y luego, hipócritamente terminan hablando pestes de lo que tan convenidamente aplaudieron y adularon. Cada cual sabe con quién puede y no hablar. Si somos firmes y cada día nos preocupamos por aprender, debatir nos resultará pan comido; es cosa de carácter, mente y convicción.
¿Y ustedes, qué opinan?