Sucedió hace un par de años. Mi pelo (castaño) comenzó a adquirir en forma natural ciertos reflejos rojizos, que me tenían muy complacida. “¡Qué lindo!”, pensé. Un efecto de peluquería, que se dio de manera espontánea. Pero ¡cuek!, ¡craso error!. Porque ese toque pelirrojo no era más que mi cabello decolorándose hasta dar paso a la aparición de las temidas canas. Ahora, a mis treinta y pocos, si bien no lo luzco completamente blanco (sería terrorífico) sí hay varias que comienzan a molestarme.
Dicen por ahí que las canas lucen bien si una las cuida y mantiene brillantes. ¡Así será, pero a mí me traen a la mente a una abuelita casi en el acto! Una señora tierna, pero viejita al fin y al cabo. Puede ser “hot” para algunos, pero para mí no. El pelo cano en una chica no me da para decir “qué mina que es”, sino que más bien me provoca apapachos de hija a madre. Por eso, me puse de cabeza a investigar por qué razón tengo a estas “convidadas de piedra” en mi cabeza, si aún no alcanzo los 35. Y de paso, saber qué hacer con respecto a ellas.
Pues bien, entre mis indagaciones descubrí que a las personas de piel muy blanca (como es mi caso) suelen visitarlas estas indeseables “amigas” por ahí por la treintena. Asimismo, los trigueños descubren las primeras señales del paso de los años pasados los 40, mientras que las personas de color las lucen ya por la quinta década. Su aparición se debe a una disminución en los niveles de melanina, pigmento natural producido por los melanocitos. Cuando ésta desaparece, se produce la pérdida del color del cabello, volviéndose éste blanco, grisáceo o translúcido.
Los expertos en cuidado capilar recomiendan no aplicar coloración permanente en estos casos, salvo que al menos un 50% de nuestro pelo se encuentre en estas condiciones. Lo anterior, porque el exceso de químicos que poseen las tinturas podrían causar efectos colaterales, atentando contra la buena salud del cabello. Entonces, ¿cuál sería la solución? Tienes dos opciones: acostumbrarte a lucir esos reflejos color nieve con orgullo o recurrir a algún tinte sin amoniaco. En el mercado existen opciones para todos los bolsillos y de muy buena calidad. A saber: Casting Creme Gloss, de L’oreal, con tonos y reflejos muy naturales; Get the color Dolce, de Elgon, que trae abundante producto, con excelentes resultados y a muy buen precio o Modacolor - de la misma marca -, tinte semi permanente tono sobre tono, que respeta la estructura de tu cabello. Los dos últimos los encuentras en Casa Pichara, mientras que el primero está disponible en todos los supermercados y farmacias. Además, ahora también tienes Olia, última innovación de Garnier .
Si lo que buscas es un resultado más profesional, puedes escoger tonalizantes enriquecidos con aminoácidos y vitaminas, como Color Touch, de Wella y Shades EQ, de Redken; ambos, productos que se aplican solamente en peluquerías.
Ahora que ya sabes cómo se producen las canas y de qué manera esconderlas, te contamos algunos mitos y verdades que existen respecto de ellas.
1. Mito: “Son más gruesas que el cabello normal”. Lo cierto es que el pelo se adelgaza por causa del envejecimiento. Si las percibes de mayor grosor, es tan sólo un efecto óptico. Tampoco es verdad que sean “crespas”. Si esto ocurre, es causa de una enfermedad o mala nutrición, jamás del proceso de decoloración.
2. Verdad: “Aparecen por pasar rabias o penas”. El estrés acelera el proceso oxidativo y con ello, el envejecimiento. Por lo mismo, procura fortalecer tu sistema inmune regalándote todos los días una sentida sonrisa.
3. Mito: “Si las sacas, crecerán más”. Cada una de ellas obedece a un proceso individual de despigmentación. ¡Lo que no quiere decir que te las quites todas, lo que también causaría estragos en tu cabello! Resulta mucho mejor teñirlas.
¿Y tú? ¿Ya te has enfrentado a la odiosa aparición de canas?