"¡Amiga, cúidame los niños en la tarde!" ¡Noooo, justo iba a dormir! (piensas) "¡Ya no te preocupes, yo te los cuido!" Muchas veces nos ha pasado que nuestras queridas amigas nos piden favores a los cuales no podemos negarnos, aunque estemos muy cansadas y queramos tomar una reconfortante siesta.
Vamos con pocas ganas quizás y extrañando nuestra camita hasta que abrimos la puerta y ahí están los dos hermosos pequeños. Te abrazan y con sólo una mirada te cambian el switch. Esa es la ¡maravillosa energía que tienen los niños y de la cual te contagian inmediatamente!
Comienzan a jugar contigo, y las risas van y vienen. Ese entusiasmo característico de la edad entre 6 y 9 años: con su gran imaginación, puedes volver a ser una niña en tan sólo un segundo sin darte cuenta.
A veces se nos presentan problemas o simplemente estamos sensibles y tenemos pena ¡Créanme, esos dos niños tan lindos me hicieron olvidar las cosas malas y desconectarme por toda una tarde!
¡No paras de reírte, hasta que se suban arriba de tu cabeza de parece gracioso y no te enojas; al contrario, quieres que no llegue tu amiga y seguir con ellos!
El mayor puede contarte mil historias que te sumergen en un mundo fuera de la realidad y pasar horas jugando Wii, donde las carreras de autos te parecen increíbles. Con ellas, recuerdas cuando ibas a Fantasilandia y te subías a las montañas rusas. La más pequeñita tiene unos ojos muy expresivos que te transmiten una calma fabulosa e incluso se hace más fácil dormir juntas la siesta que estabas anhelando, abrazada a ella como una osa, dejándote envolver por toda su ternura.
¡Díganme si los niños no son ciertamente fantásticos!
Foto CC vía Gonzalo Maripangui