A propósito de la vieja y añorada costumbre de escribir cartas (que muchas desearíamos retomar), recordé la que en mis “años mozos” fue una experiencia bastante bonita: las amistades por correspondencia.
Por aquel entonces, era yo una asidua lectora de la revista Miss 17, principalmente por su entrañable historia romántica (escrita por la genial Sandra Byron). Pues bien, como amante de las letras desde edad muy temprana, descubrí un día en la referida publicación la sección de amistades por correspondencia. Poder intercambiar relatos con chicas de otras latitudes me pareció ciertamente atractivo.
Fue así como conocí muchas niñas, con las que intercambié entretenidas misivas durante un tiempo prolongado. Eran bastante simpáticas y compartían conmigo el delirio por la literatura. Recuerdo que una de ellas vivía en Suecia y me contaba su experiencia en tierras tan lejanas. Incluso enviaba fotografías.
Una de las mis más queridas amigas por correspondencia era una chica genial que vivía en Rancagua. Por el diario, me enteré hace un tiempo de que falleció tras terminar su carrera e ir a pagar una manda. Lo sentí mucho. Jamás nos vimos personalmente, pero creo que la escritura es una excelente forma de conocer a las personas. Y lo que conocí de ella era maravilloso.
Si bien mi experiencia con las amistades a distancia fue bastante positiva, una amiga del colegio no tuvo la misma suerte. Trabó amistad con un chico de 15 (por entonces teníamos 13), pero cuando quedaron de encontrarse resultó ser un viejo degenerado. Por supuesto, zapatillas de clavos y escapó del lugar. Nunca más respondió una misiva. Eso era lo peligroso de dicha práctica.
Y tú, ¿hiciste alguna vez amistades por correspondencia?
Foto CC vía Flickr ( ♥ Xanda ♥)