Todo comenzó el verano del 2005. Estaba pasando a segundo medio y - como buena busquilla musical - encontré al que sería mi referente por muchos años: Michael Bublé. Desde muy chica seguía las carreras de Frank Sinatra, Andy Williams, Tony Bennett, entre otros y, aunque eran música ya de abuelos, encontraba que tenían una carga emotiva que las otras jamás habían logrado. Fue en esta búsqueda de “amor” dentro de la música que conocí a Michael. Antes había escuchado a Harry Connick Jr, pero sus sonetos amorosos en películas como Cuando Harry Conoció a Sally - si bien eran profundos - , jamás me llevaron a la gloria que logró Michael Steven Bublé.
En aquel entonces tenía 16 años y soñaba que alguien me cantará al oído canciones como “Mack the Knife” o "For One in My Life". Encender el computador y que aquella voz especial entonara esas melodías me volvía sinceramente loca. Lo anterior me llevó a plantearme mi plan maestro: algún día cantaría con él ¡Sí o sí lo haría y nadie me detendría!
Pero pasaban los años y Mike nos hacía el quite en todas sus giras mundiales. Conoció a su futura señora en Argentina y yo ya perdía mis esperanzas de poder cantar con él o siquiera conocerlo en persona. A todo esto, mis estante se fue llenando con sus discos: primero fue "It’s Time", con la recordada "Home", disco que traje de mi intercambio junto con "Caught in the act". Luego mi papá añadió "Come fly with me" a la colección, para seguir con "Call Me Irresponsible", uno de los más sensuales de todos. Luego salió "Crazy Love", pero como los tiempos eran de apretarse el cinturón tuve que comprarlo mucho después.
Pero llegó el 2011 y Michael aún no se pronunciaba sobre su nueva gira. Sin embargo, la sorpresa llegó en forma repentina: en marzo de 2012. Fue así que me propuse a juntar plata para ir al concierto. Trabaje en la facultad: al menos con el escuálido sueldo podría ir a galería, pero no me importaba…¡vería a Michael!. Estaba en mi gloria. Pero no todo sería tan fácil: se agotaron las entradas. ¡Maldición! ¿Qué haría? Afortunadamente, el buen Mike decidió realizar un concierto más en nuestro país. ¡Tendría más tiempo para "reunir fondos"!
Llegó navidad y mi padre entre risas me entregó un sobre: ¡era la entrada para ver a Michael!. Luego de burlarse de mi estrés post-entradas-agotadas, me sorprendió con una ubicación privilegiada, lo que me motivó a llevar a cabo un plan maestro: ¿Como haría que Michael me viese en la lejanía? Un cartel gigante. Ese era el mejor plan que se me ocurría.
Lo pinte de colores y la frase escrita lo más grande posible, (en el mejor inglés que pude también) “I Want to sing with you. Here I’m” con una flecha roja apuntando mi cabeza.
Llegado el día del concierto temí que los guardias me quitaran mi hermosa obra de arte, pero todos se compadecieron de mí y entre sonrisas, dejaron pasar a esta loca fanática. Nerviosa me senté y esperé…teloneros…esperé…break musical…esperé. Y comenzó el concierto con un inolvidable "Cry Me a River", que me hizo gritar como una loca. No podía creer que estuviera viendo a Michael Bublé en vivo.
Llegado el minuto de confianza…levanté mi cartel. Todo podía pasar. Pero lo que sucedió después fue parte de un sueño. ¡Michael me llamó al escenario!. Corrí por el pasillo central y entre nervios le dije mi nombre, me preguntó al oído que canción quería cantar, le dije "I Feeling Good", canción que cientos de veces había ensayado en mi casa junto a una grabación suya. Me pidió mi tono y cantamos. ¡¡OMG, estaba cantando con mi ídolo entre ídolos Michael Bublé!!
Y bueno, aunque se hizo esperar un poco, ¡sabía que un día volvería! Y así es como hoy se confirma la fecha de su próximo concierto en Chile ¡Qué emocionante!
Bueno, esas son las obsesiones que se transforman en sueños. Y aún hoy sigo su carrera, porque sé que en algún lugar de la memoria recuerda que en un país pequeño (al cual hoy vuelve) cantó junto a una loca un verdadero ¡temazo!.