Fue hace un par de años, cuando aún no sabía bien qué era lo que quería para mi vida. Era bastante inmadura y, sintiéndome un poco sola, comencé a mirar a mi alrededor, a ver qué era lo que ofrecía "el mercado". Así me fijé en el que hoy es mi mejor amigo, el hermano que yo escogí , ese confidente que toda mujer debe tener y lo más importante, el hombre intocable, con el que nunca podría haber nada más que amistad.
Pero para llegar a esta conclusión, el camino no fue fácil. Físicamente es muy atractivo, tiene una estatura importante y de cara es muy lindo, además de ser simpático y divertido. Hice todo lo humanamente posible para que me mirara y pudiésemos tener algo. Nunca supe bien si realmente me gustaba o lo hacía sólo para estar con alguien; pero lo cierto es que tanto hostigamiento me sirvió para conocer a una persona increíble.
A medida que pasó el tiempo - más que enamorarme - fui dándome cuenta que éramos muy parecidos, que nos gustaban las mismas cosas y que juntos lo pasábamos muy bien, cosa que en mi cabeza hacía sentido como amigos y no como pololos. Sí, porque los novios deben ser un complemento y nosotros ¡éramos idénticos!.
Confirmé mi teoría la última vez que salimos. Fuimos al cine y fue un día lleno de chascarros. Entramos a ver la película con un sol radiante, salimos y estaba lloviendo. Nos reímos mucho, y a pesar de que juré que esa tarde le daría un beso, cuando me acordé de que debía hacerlo, me di cuenta que no podía romper así una relación tan pura y valiosa. Además, tampoco tenía ganas de besarlo, porque sólo ahí me percaté que no era mi tipo y que inconscientemente, mis ojos se desviaban a otra persona: su primo.
Fue así que me di cuenta que él sólo podía ser mi amigo y compañero de aventuras, y lo re-confirmé cuando fue precisamente él, quién me "hizo gancho"con mi nuevo prospecto.
A ustedes, ¿les ha pasado algo similar?
Imagen CC MarkScottAustinTX