El correo electrónico desempeña un rol fundamental en nuestra vida. Al menos, en la actualidad: facilita bastante todo trámite, al permitir que recibas en todo momento y lugar la información que precisas. Las casillas actuales te permiten almacenar gran cantidad de mensajes, sin que debas seleccionar y borrar algunos, como ocurría en sus orígenes.
Yo misma tengo guardado en mi fiel Gmail un registro que data del año 2005, cuando lo cree. Migré desde Hotmail, otrora producto estrella gracias al cómodo MSN chat (un minuto de silencio por él). ¡Cuántas conversaciones interesantes no tuvimos a través de esta plataforma! Sin embargo, cuando descubrí GTalk, dicho canal se convirtió en mi favorito. (Además, el tono de la videollamada, al menos en mi caso, reemplaza los zumbidos).
En mi casilla tengo un completo registro de toda mi historia junto a mi pololo, desde que éramos sólo amigos. Tengo hasta correos de la práctica profesional (efectuada hacen ya varios años). Todo está almacenado en las cómodas carpetas, según materia y año.
Lo que más me gusta de mi Gmail es que puedo personalizarlo, cosa que hago religiosamente cada nuevo año, poniendo de fondo la imagen que más me guste e identifique.
Lo cierto es que, desde que el correo electrónico irrumpió en nuestras vidas, ¡por Dios qué útil nos ha sido! Ahora, a través de esta cómoda herramienta, nos es posible formular consultas y establecer comunicación inmediata a cualquier hora del día, cosa que en mi adolescencia noventera era impensada. Lo único que lamento es que se haya perdido un poco la sana y bella costumbre de redactar cartas manuscritas. Había algo mágico en eso: la letra, los dibujos y estilos, los sobres y estampillas. Pero es innegable que es bastante práctico.
Y a ti, ¿también el correo electrónico te cambió la vida?
Imagen CC anonymonk