Para contextualizar, debo decir que la palta es un alimento que me gusta sólo a veces. No me mata comerla; en ocasiones la tolero y me agrada si se acompaña de queso. Pero si me dan a escoger entre un nutrido menú, sería la última de mis opciones. Por eso, comprenderán la “pequeña cosa terrible” que hoy vengo a relatarles.
Cada vez que concurro a una conocida cadena de comida rápida a comer completos, prácticamente “me imponen” una salchicha acompañada con palta. ¡Y no cualquier palta! Si no una versión aguada, verdosa y poco atrayente que me cuesta digerir. Lo peor es que sólo me comentan que la oferta se limita a esta opción una vez que ya he comprado el “combo”, lo que me ha llevado a pasar más de un mal rato cuando pido el cambio o anulación de la boleta.
Sé que puede parecer una maña de proporciones dantescas, pero es cierto. Odio “esa palta” y la insistencia con que la cadena pretende forzarme a su consumo me ha llevado a la locura. Es más, si me la ofrecen, mi día se echa a perder en forma automática.
Y tú, ¿también tienes una bestia negra alimenticia?
Imagen CC FD