¿Cuántas hemos soñado con estar en el Caribe recostados en una hamaca viendo el atardecer? ¿o estar entre esas mismas lianas y géneros entrelazados en un bosque leyendo un buen libro ¡Uff, qué rico es soñar!…
¡Pero lo de estar cómodamente echada en una hamaca tiene un principio y un final atroz!
En primera instancia es hiper difícil instalarse en ella, porque se mueve y si es de lianas, éstas se entierran en la piel. Incluso te puedes caer en los primeros intentos al subir, ¡mal!.
Luego, cuando al fin quedas recostada (a veces algo apretada en ella) el problema será salir de ahí… Si está muy alta procura pedir ayuda, porque entre el balanceo y la leve sensación de mareo que te dejará la hamaca, esto podría convertirse en toda una odisea.
Yo aun no le tomo la técnica a las hamacas pero, mientras tanto, seguiré tratando de averiguar cuál es la forma más adecuada para disfrutar de ese instante. Ojalá algún día logre sacarme una foto top - como de catálogo de viajes - con una posición ultra relax.
Imagen CC Jose Luis Duron