Es usual encontrarnos con muchos casos de mujeres a quienes se les pregunta: "¿tienes hijos?", sintiéndose ellas libres de responder: "no, pero tengo sobrinos".
Lo cierto es que en nuestro país se ha postergado la maternidad y es un hecho comprobado. Por lo mismo, ser tía ha pasado a ser un suceso mágico, símil a tener hijos propios.
Quienes contamos con una "súper tía" en la niñez, sabemos lo que es ser “regalonas”. Ya adultas, proyectamos el cariño recibido en los sobrinos, sumando el inmenso amor que sentimos por nuestros hermanos. Lo mejor es ver a estos enanitos y sentir que hay algo de ti en ellos. Quizás sus mañas o su humor. ¡Es impagable!.
Pero no es necesario el factor sanguíneo para sentirse auténticas tías, ya que cuando nuestras amigas tienen hijos, también asumimos un rol importante para ellos. Muchas han tenido el honor de ser madrinas, lo que implica estar al pendiente del ahijado (a), de sus cumpleaños, las navidades y construir vínculos importantes. En estos casos, el parentesco sanguíneo pasa a segundo plano.
Como tía, traté de "sacarles el jugo" a mis sobrinos: los llevé a cuanto panoramas infantil existía, hasta que ya prefirieron a sus amigos. Graciosamente, me dijeron que no tienen tiempo para verme. Nada que hacer, sólo reír.
Y tú, ¿también idolatras a tus sobrinos?
Imagen CC Chodaboy