Hace poco más de un año que la bicicleta es mi medio oficial de transporte. Voy a todos lados en ella y la amo (literalmente). Cuando tengo que subirme a una micro o al metro siento que le estoy siendo infiel.
¿Y saben de lo que me doy cuenta todos los días? Que los peatones son demasiado distraídos. Parecen pajaritos, o mejor dicho ¡palomas! en las veredas. Se pasan. Caminan en zig-zag, el celular es su camino y nunca cruzan bien la calle: lo hacen con semáforo en rojo o se quedan en el medio actualizando su estado de Facebook (seguro).
El tema de los peatones despistados da un poco de risa y a la vez preocupa. Sí, porque una que anda por las calles ya debe tener cinco mil ojos y oídos por los automovilistas locos, a quienes que les da lo mismo todo. Y a eso se suma el estar pendientes y a las paras' de los peatones, que deciden pararse en medio de la calle a revisar sus redes sociales o usar las ciclovías (que son pésimas) para no caminar por sus veredas.
En fin, ¿mi conclusión? El iPhone nos cagó la vida. ¡Ja!
Imagen CC Luis Hernández