Desde chica he tenido la teoría de que las personas se pueden conocer por sus manos. No practicando la quiromancia, ni mirando sus rasgos genéticos como el color, el largo de los dedos o la forma de las uñas, sino por algo mucho más simple: cómo las personas las cuidan y la relación que tienen con ellas.
Las manos hidratadas, suaves, con las uñas cuidadas y limpias hablan de una persona muy pulcra, ordenada y detallista en todos los aspectos de su vida.
Las manos limpias pero con las uñas descuidadas o - en el caso de las mujeres -, con el esmalte dañado, dan indicios de una mujer un tanto desordenada, despreocupada y muy relajada.
Antes de juzgar apresuradamente, siempre observo la relación entre la persona y sus manos. No es lo mismo tener las uñas descuidadas y mostrar incomodidad al respecto, que asumirlo con naturalidad.
El primer punto demuestra preocupación y es un buen indicio para mí, porque quiere decir que a la persona tampoco le gusta su actual estado, y es probable que haga algo al respecto.
Las manos son una parte del cuerpo que pocas veces se puede tapar, y mirarlas - tal como uno mira los ojos o la cara -, puede decir algo más sobre cómo es la persona. Si están bien cuidadas demuestran el interés que ésta tiene en sí misma. No es necesario usar el esmalte con el color de moda o ir a un especialista una vez por semana, lo principal es que estén limpias y con las uñas bien cuidadas.
En mi caso, mis manos también son la muestra de cómo me siento con el mundo. Cuando las he tenido secas o desarregladas es porque me siento mal o deprimida. En esos momentos no puedo evitar sentir vergüenza por ellas y las escondo cuando estoy con más personas.
Sé que parezco una loca maniática y quizás lo soy, pero juzgo a las personas por sus manos. Aplico esta teoría para elegir amigos e incluso a pololos. A mi favor debo decir que no me ha ido mal.
¿Ustedes qué creen?