Es una maña que tengo desde chica, pero en realidad no soporto sentarme al lado del pasillo. Sé que es psicológico, pero me siento más expuesta y en serio siento que son más incómodos.
Cada vez que me toca uno de esos asientos en las micros me da la impresión de que todas las personas están juzgándome por no ir de pie. Además, me parece que estoy “en el camino” de los lanzas y me da susto hasta de contestar el celular.
Aparte de eso, el asiento de la ventana para mí es ideal (especialmente en la corrida del lado derecho, Dios sabrá por qué): me encanta ver a la calle y mirar qué pasa con los peatones y otros autos.
Cuando vivía en el sur buscaba esos asientos para ver caer la lluvia, me ponía los audífonos y me desconectaba completamente del mundo. Incluso ya viviendo en Santiago, evito el metro sólo por intentar esta maña.
No siempre me resulta –de hecho, casi nunca- pero cuando lo logro es como si desaparecieran todos mis problemas.
Y tú, ¿prefieres ventana o pasillo?
Imagen CC Johnno