Cuando era chica era delgada como un fideo y para mis papás era una tortura: era mala para comer y siempre recibían críticas desagradables por la hija flacuchenta. Debido a eso, y por la preocupación obvia por mi salud, decidieron visitar un nutricionista y darme vitaminas que aumentaran mi apetito.
Después de un tiempo subí drásticamente de peso y también gané el clásico femenino: un rollito en la cadera. Y ahí nació mi tortura, la gente no estaba acostumbrada a ver grasa en mi cuerpo y comenzaron a hacérmelo notar desde el día 1, incluso me pellizcaban la cadera cuando estaba sentada.
Después decidí vivir una vida mas “fitness” (deporte y comer sano) y logré un cuerpo delgado nuevamente. Y otra vez, comenzaron a decir que estaba muy delgada. ¡No había forma de dejarlos felices!
Ahora por cosas de la vida subí nuevamente un poco de peso y todos se preocupan de recordármelo. ¿Por qué a las personas les importa tanto como se ve el otro? No quiero decir que no te preocupes de tu salud, debes mantener un peso y figura que se amolde a tu estructura ósea y sistema inmune, pero ¿Deben todos recordarte que no estás en los cánones de belleza?
¿Por qué no dejan en paz a las personas y las dejan vivir con su cuerpo tranquilamente? Muchas veces las niñas se obsesionan mucho con su peso, llegando a tener desórdenes alimenticios, debido a la constante presión y críticas del resto. ¿Es necesario llegar a ese extremo?
Hay que tener claro que no todos somos iguales y muchas veces el cuerpo que uno tiene es mera genética y no podemos haer sentir mal al otro por eso. Vivan y dejen vivir.
Imagen CC: Madeleine Burleson