La vida de pareja no es fácil. Ojalá fuera como en las películas, donde todo son flores y corazones, siendo el beso que sella la teleserie la promesa de un “felices por siempre”. Pero no es así. Aquella primera vez en que rozó tus labios con los suyos fue el inicio de un camino que ofrece distintos parajes. Algunos son ¡fabulosos! y otros, terreno pedregoso en el cual muchos bajan los brazos, declinando continuar.
Y es que claro, el momento en que sellaron su amor fue la culminación de la etapa del flirteo, donde cada quien despliega lo mejor de sus virtudes, exacerbándolas y minimizando los defectos. Puede que estallemos en ira sólo porque perdimos un juego de Play, pero eso es algo que jamás haremos delante del otro en la bella etapa del “enamoramiento”. Después, queridas, ¡claro que mostraremos nuestra furia!
Pese a esta realidad, soy una convencida de que el camino juntos nos enriquece. No siempre es continuo; tiene altos y bajos, sin embargo: ¡vale la pena! Convengamos en que tanto nuestra pareja como nosotras tenemos cosmovisiones distintas, priorizamos diferente, acarreamos miedos y mañas. Porque ¡sí que somos odiosas cuando queremos! y ellos, bueno, también tienen lo suyo. Muchas parejas tiran la toalla al no ser capaces de soportar el término de aquel idílico periodo en que todo era perfecto. Pero ¡hurra por los que siguen! Porque, pese a todas las manías, “demonios” y rabietas, demuestran conocerse, comprenderse y quererse. ¡Y eso es lo más! Aceptar al otro en modo príncipe o sapo, princesa o bruja, es un tesoro y la clave para una relación duradera.
Todas hemos pasado por días de mierda y otros, simplemente sublimes. Hay momentos en que merecemos la gloria de los altares por la paciencia que tenemos y otros, en que nos sacan “los choros del canasto”. Aún con todo, ¡pucha que es lindo el amor!, ya que a pesar de todas esas mañas que no te soportas ni tú, él te sigue escogiendo. No sólo mientras “la pasa bien” contigo, sino también cuando tiene ganas de estrangularte. En todas. En las buenas y en las malas.
En lo personal, tengo la suerte de contar con "esa persona" en mi vida. Me ha hecho rabiar, reír y tocar el cielo. No lo cambio por ninguno; para mí es el compañero perfecto. El que ha visto mi modo “criatura del averno”, a veces con justa razón y otras, de pura maña; pero también es quien me inspira a ser mejor persona. Con lo bueno y lo malo, está conmigo, y por eso me siento afortunada. Si volviera a nacer, lo volvería a elegir. Ojalá él opine lo mismo.
Y ustedes, ¿comenzaron una larga historia después del primer beso? ¿Están dispuestas a transitar con él todo el camino?
Imagen CC alemaner