Voy a partir por decir que no son las arrugas ni el pelo blanco los que me complican. No es que no quiera envejecer físicamente, es lo mental que me aterra. De hecho, yo por mí me tiño el pelo blanco como Storm de X-Men. ¡Me parece lo más bacán de la vida!
En realidad me aterroriza esa idea de ser una adulta responsable, seria, que está preocupada sólo de trabajar, pagar las cuentas o las cuotas del auto. Es la personificación típica que hacen en los monitos de los adultos, como en el libro "El Principito", dónde está ese personaje que sólo se preocupa por contar estrellas y dejar de disfrutar las cosas pequeñas de la vida. Esas alegrías chicas que te hacen el día.
Me gusta almorzar helado si quiero (por mucho que no sea nutritivo) y saber que me puedo reír sola en la calle o sonreír sólo porque la canción que estoy escuchando es buenísima y me alegra el día. Me agrada saber que puedo bailar sola en la playa y que da lo mismo, soy joven así que no es raro. Acostumbro hablar sola y bailar en mi pieza o arriba de mi cama, como en las películas gringas. Adoro jugar con el maquillaje y probar nuevos peinados. Amo andar con las uñas pintadas de distintos colores, o sólo en una mano y que dé lo mismo. Son cosas pequeñas, pero son las que importan.
Soy adicta al chocolate, creo que como casi todos los días, aunque sea un pedazo pequeño. Y me da la sensación de que si entro en modo adulto, hay cosas que ya no están permitidas. Puede que sea tontera y que en realidad seguiré haciendo todo esto si quiero. Pero la verdad es que esa cosa llamaba "adultez" me asusta. No por las responsabilidades, si no que por la falta de relajo. Puede que no sea así para todos, pero el susto sigue ahí.
Es por eso que he decidido que prefiero seguir así, almorzando helado o papas fritas (no siempre, sólo a veces, tengo algo de consciencia después de todo), escuchando boybands si me da la gana (esto es secreto!), y bailando sola.
Y ustedes, ¿le tienen miedo a la adultez?