La envidia es, sin duda, uno de los pecados capitales más detestable de la lista. Y yo reconozco haberla experimentado muchas veces, en situaciones que no tendría por qué.
He sentido rabia porque el pelo de otra es más lindo que el mío, llegando hasta el extremo de no entender por qué ella tiene novio y yo no. ¿Envidiosa? Sí, y no tengo mayor problema en admitirlo, porque no ha sido en niveles graves, sino más bien lo que llaman "envidia sana" hacia los logros de terceros. Sí, porque nunca me ha llevado a hacer cosas malas o intentar perjudicar a quienes me la provocan. Aunque sí reconozco haber sentido cosas de las que hoy me arrepiento.
Cuando era más niña (hablo de los 15 años), muchas veces envidié a mis amigas que tenían pololos o pretendientes, porque salían con ellos, recibían regalos, flores y las mimaban mucho. Mientras que en el amor yo nunca "tuve mucha suerte" y eso provocaba que mirara con malos ojos las relaciones amorosas de mi entorno..
A veces me sentí culpable por estar contenta al verlos discutir o cuando alguna amiga llegaba y decía "terminé con mi pololo". Para mí, pensaba "ahora no seré la única soltera" o "tendré con quien salir". Hoy, tales pensamientos los considero detestables y me dan mucha vergüenza.
Por ejemplo, un día llegó una de mis mejores amigas llorando y me dijo que su pololo le había hablado muy mal, incluso ofendiéndola. Al escuchar eso, sentí una extraña felicidad, pero con el paso de los días comprendí que no estaba actuando bien.
Con el tiempo fui madurando; quizás sentía envidia por no saber lo que realmente vale en la vida. Pero ahora, en vez de sentir placer por la desgracia ajena o cuestionarme por qué no tengo lo que la otra persona, intento alegrarme, amar lo que tengo y trabajar por lo que sueño.
Y tú ¿cuándo has experimentado este feo sentimiento?
Foto CC vía NeoGaboX