Desde pequeña soñaba cómo sería mi vida viviendo sola. No tendría que dar explicaciones, podría llegar a la hora que quisiera, comer lo que más me gustara, invitar a quien se me ocurriera, Todo era tan simple: lo único que tenía que hacer era encontrar un lugar que se ajustara a mis necesidades y mudarme.
Cuando llegó el momento de alcanzar la tan ansiada independencia, me sobraban las ganas, pero me faltaba algo: dinero. Tenía 21 años, era la primera vez que trabajaba con contrato y a pesar de que éste ya era indefinido, la poca antigüedad que tenía me jugaba en contra.
Durante mi proceso de búsqueda, encontré varios lugares, que satisfacían plenamente mi necesidad de independencia, pero estaban a años luz de mi bolsillo. La frase “no tiene capacidad de endeudamiento” o “no está bancarizada”, se transformaron en mi peor pesadilla. Comencé a entender que arrendar una propiedad es un negocio, por lo tanto, la misión debía ser afrontada como tal. “Business are business”
Lo primero era lograr mi confiabilidad en el mercado y adoptar la mentalidad de un empresario, por lo tanto, el primer escollo que debía superar era comprobar que efectivamente tenía la capacidad de pagar una renta y mantener la vivienda en óptimas condiciones para que mantuviera su valor. Para eso, obtuve una tarjeta de crédito de casa comercial y me compré algo básico. No para endeudarme, sino para demostrar que mi comportamiento de pago era responsable, ya que eso es lo primero que miden al momento de buscar tus antecedentes.
Para que eso sucediera pasé dejar unos cuatro meses. En ese periodo me dediqué a juntar dinero para pagar lo que eventualmente me pidieran de arriendo. En algunos casos exigen reservar la propiedad, lo que significa que - aparte del mes de garantía - debes pagar un monto adicional, para que el corredor no le muestre el inmueble a nadie más. Por lo general esa reserva es por tres días y una vez que ya firman contrato, ese dinero se devuelve.
Sin embargo, este movimiento - que fue mi mejor estrategia - no bastó. Mi renta era insuficiente. Para solucionar esto, busqué a alguien que me ayudara a complementar ingresos y que no necesariamente viviera conmigo. Eso, gracias al consejo que me dio la corredora.
Una vez que ya tuve el mes de garantía, en el sistema registraba un comportamiento de pago confiable y como tenía la renta requerida, pude firmar finalmente el contrato.
Como aprendizaje, puedo declarar que efectivamente la vida es costosa y muchas veces da la sensación de que todo cuesta más de lo que parece, pero eso ya es análisis para otra nota.
Y a ustedes, ¿cuánto les costó - o les está costando - tener su espacio propio?
Imagen CC Monelgonel