Igual que como final de película gringa de adolescentes, yo también llego siempre a la misma reflexión: esa en la que tengo muy clavada en mi cabeza y que indica que a lo único que temo en mi vida es al fracaso. Por eso, tiendo a eludir la ayuda de los demás, porque el fracaso - en mi mente - también tiene un significado de que si recibo ayuda es porque no me la puedo. Entonces, desde que tengo uso de razón me he movido así, me ha costado pedir auxilio hasta el dolor de cabeza.
Lo que sí puedo rescatar es que las veces en que bajé el moño, las personas que me quisieron tender una mano no fueron pocas y hasta se sorprendieron por mi decisión. Ahora que estoy un poquito más grande, entiendo super bien que el aceptar ayuda no es ser débil. Muy por el contrario, se está siendo más humano aceptando la bondad de otros.
Igual, hay gente más tozuda que yo y realmente no se dan por vencidos. Se cierran a no recibir ningún tipo de consejo, ni nada. Después, ¿qué pasa? Terminan súper agotados y seguramente haciendo las cosas sin la perfección que esperaban, porque no fueron capaces de escuchar otras ideas.
En la vida uno tiene que trabajar en equipo. Si bien es cierto que cuando haces algo acertado es rico recibir todos los elogios, creo que las mejores cosas se hacen en conjunto. Llegas más lejos y aprendes más del resto, sin ser individualista ni egoísta. ¡A abrir las mentes, chicas!
Imagen CC LordFerguson