El apuro, la presión, la mente en cualquier lado e incluso el teléfono. Nadie está exento de poder vivir algo así. Andar con el cierre abierto debe ser una de las cosas más bochornosas que nos pueden ocurrir.
Un simple descuido puede exponer nuestra colorida intimidad al mundo. Nos mostramos seguras, caminamos con hidalguía frente a las miradas de quienes pasan por nuestro lado, — ¿qué me miran tanto? — nos preguntamos, hasta que un valiente se acerca y nos dice que tenemos el cierre abierto. ¡Trágame tierra!
Aún más incómodo es estar al otro lado: ser quien ve el cierre abierto. Sobre todo cuando quien nos muestra sus gracias es el jefe o el padre de una amiga. Es fácil reírse y dejar que se burlen de otros, pero cuando nos pasa a nosotros se agradece la oportuna advertencia. ¿Cuál es la mejor técnica para dar aviso de algo así? ¿Lenguaje de señas? ¿Alguna broma? , la verdad es que es incómodo incluso mirar, por lo que creo que la mejor solución es la discreción. Aunque no niego que a veces dan ganas de dejar que se rían de algunos, tener nuestras partes bajo resguardo es responsabilidad propia y por muy fresquito que sea, debemos poner atención a esos detalles.
Hay que poner todo en su lugar dicen por ahí. Y ahora que es verano, no debemos desteñir en nuestra regia imagen.
¿Te ha pasado? ¿Cómo abordas el tema frente a otros?
Imagen CC Mahima H