Al igual que la inmensa mayoría de las féminas, alguna vez soñé con una boda de princesa. Gustaba de “vitrinear” vaporosos vestidos de alta costura, con harto escote y pedrería, así como también de imaginarme entrando a una Iglesia parecida a un castillo. Con los años - y tras trabajar durante un tiempo en el rubro “novios” - mi percepción de este magno evento cambió diametralmente.
Que no se malentienda: siento que hallé al amor de mi vida y quisiera envejecer a su lado. Si es casados, ¡maravilloso!, pero antes que planear una ceremonia apoteósica, me interesa el vínculo. En buenas cuentas, los motivos que llevan a una pareja a tomar esta decisión y que parecen perderse entre tanto preparativo.
Existen varias razones por las cuales no deseo una boda “de ensueño”, como aquellas que rematan las películas. Y a continuación se las detallo:
1. “Los árboles impiden ver el bosque”: Como antes les comenté, siento que entre la elección de un vestido ¡divino!, el centro de eventos, el playlist, el ramo, los invitados, el menú, las argollas, los partes y un sinfín de etcéteras, se pierde un poco la esencia de la ceremonia. Es decir, la razón por la cual se producirá el enlace, que es el amor que la pareja comparte. En mi experiencia, vi novias realmente ¡neuras!, que trataban pésimo a sus compañeros, como olvidando que la razón por la cual darían este paso no eran los regalos ni la fiesta, sino ellos.
Lo anterior me llevó a pensar en que estas chicas quizás pronunciaron el “sí, acepto” más por vivir el cuento de hadas que conscientes de la importancia de enlazar sus vidas a otro. Sad, but true.
2. Tengo mil ideas mejores sobre qué hacer con un mínimo de 5 millones: Considerando - y lo digo con conocimiento - que lo menos que se gasta en una boda promedio es esa cifra, mi creatividad se dispara. Con tal cantidad, prefiero organizar un bonito viaje junto al hombre que amo y nuestro hijo, además de comprar mobiliario para el futuro hogar (o adelantar las cuotas de un hipotecario). Creo que tales adquisiciones y experiencias me harían más feliz que organizar un magno evento con cien invitados, de los cuales 20 son mis cercanos y los demás evaluarán qué tal me vestí y si estaba rica la comida.
Creo que enlazar mi vida con la de mi pareja es algo que nos compete ante todo a ambos, al niño, a nuestros familiares directos y amigos cercanos, razón por la cual no necesito gastar tanto. ¿No lo creen así?
3. Mientras más íntimo, mejor: Este punto se relaciona directamente con lo que antes les comenté. Los momentos más mágicos y especiales que he compartido con mi pololo nos han tenido a ambos como protagonistas. No a cien personas más. Por lo mismo, dar este paso no debiera ser una instancia para sacar buenas imágenes que subir a Facebook. No tengo un registro audiovisual de nuestro primer beso, pero es un recuerdo que guardo con detalle en mi corazón. Nuestro, muy nuestro. Y así es como me gustaría que fuera un eventual enlace.
Obviamente, hay quienes piensan distinto, quieren vivir esta instancia ¡a concho! y es muy válido. Pero esas son mis razones para considerar - al pensar respecto de eso - algo más personal, como es el acto de compartir tu vida junto a un hombre especial y maravilloso.
Y ustedes, ¿qué opinan?
Imagen CC Nancy Qian